Ni préstamos, ni bonos, ni impuestos

Todo lo que gastan los gobernantes ha sido extraído a la fuerza de los bolsillos de los gobernados, independientemente de cómo se financia dicho gasto. La deuda externa, préstamos, o interna, bonos, no son más que simples formas de atrasar el momento en que ocurre la exacción de recursos por parte de los gobernantes. En otras palabras, la deuda no es más que un mecanismo que permite diferir en el tiempo el pago de impuestos; préstamos o bonos son la otra cara de los impuestos futuros. “Pan para hoy, hambre para mañana”, para ser exactos. Esa es la precisa razón por la cual, en palabras de la susodicha funcionaria “el grito de mucha gente los últimos tres meses fue no más préstamos, no más préstamos y no más préstamos… no más bonos, no más bonos y no más bonos”, y ahora no más impuestos, no más impuestos y no más impuestos. Sobre todo cuando existen fuertes indicios que los recursos provenientes de los impuestos, presentes o futuros, pueden ser utilizados para financiar campañas electorales; proyectos de dudosa necesidad; construir obras públicas innecesarias y de mala calidad; adquirir insumos a precios inflados, o financiar prebendas para mafias sindicales allegadas al poder. Razón de sobra tienen quienes, usando las palabras de esta funcionaria, “no querían bonos y no querían préstamos y …ahora no quieren impuestos”. Lo que todo el mundo quiere es que se gaste menos y que ese gasto se traduzca en resultados valiosos para la población.