Castigo persistente a los contribuyentes

El actual gobierno se ha caracterizado por implementar una serie de medidas claramente improvisadas. Uno de los primeros pasos en ese sentido se dio en el 2012, cuando de manera apresurada fue aprobada una especie de reforma tributaria que ha quedado maltrecha, ya que muchas de las propuestas reñían con principios constitucionales, con lo cual numerosos artículos perdieron vigencia y, en consecuencia, no se logró el objetivo de mejorar la recaudación de tributos.
 

Por si no fuera suficiente el daño que se había hecho en la captación de recursos, el mismo Ejecutivo volvió a la carga con la creación de otro acuerdo que redujo de un plumazo a la mitad la recaudación del impuesto sobre circulación de vehículos, una medida populista, como muchas de las que han terminado erosionando la capacidad de la Superintendencia de Administración  Tributaria, que no logra cumplir con las metas establecidas en cada propuesta presupuestaria, y por  ello es que aumenta el endeudamiento.

En esa misma dirección parecen encaminarse las acciones adoptadas por los diputados patriotistas y lideristas con la reciente aprobación de una nueva  carga impositiva, que lejos de castigar a quienes ellos pretendían, simplemente  aprieta  más el lazo en el cuello de los miles de guatemaltecos, que son los que pagan las consecuencias de la irresponsabilidad de estos legisladores, que solo entran en componendas para perjuicio de la población, que termina siendo víctima de sus abusos.

En cuanto a la telefonía, es una verdadera aberración proponer un impuesto de Q5 mensuales para cada usuario de celular, cuando es de sobra conocido que en Guatemala más del 90 por ciento de estas personas deben pagar por pequeñas cantidades su consumo, precisamente porque sus recursos son insuficientes para mantener planes más onerosos. Sin embargo, sobre ellos recaerá ahora esta nueva medida, y todo para que los diputados puedan tener obras a su disposición,  como quedó estipulado en un oscuro apartado del plan de gastos para el 2015.

Lo mismo ocurre con el aumento en el gravamen al cemento que los trasnochados políticos pretenden imponer a las empresas, cuando es de simple lógica deducir que ese costo será trasladado a los consumidores  y, conociendo el abuso de algunos comerciantes y  la inutilidad del Gobierno para frenar esos desmanes,  eso se traducirá en un claro encarecimiento de la construcción, además de mayores repercusiones para el empleo. Esto es una muestra más de lo inoportuno y peligroso que resulta el contubernio de ciertos grupos cuando anteponen sus intereses.

Quizá la mayor lección que surge de esta situación es que los gobernantes siguen siendo timoratos para emprender una auténtica transformación de la recaudación, y por eso   siempre se inclinan por la vía más fácil, que es la de continuar el castigo a ese millón de contribuyentes  sobre cuyos hombros descansa el sostenimiento de buena parte de la burocracia, mientras que el Gobierno sigue fallando en su tarea de frenar el contrabando y la defraudación aduanera, que son dos rubros que podrían aliviar las penurias del Estado.

Publicado el 04 de diciembre de 2014 en www.prensalibre.com por Editorial Prensa Libre
http://www.prensalibre.com/opinion/Castigo-persistente-a-los-contribuyentes_0_1260473943.html

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