Ni una más

De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Ciencias Forenses (Inacif), durante los meses de enero a septiembre de 2014 han muerto en forma violenta en el país 535 mujeres. Los meses con mayor número de asesinatos de mujeres fueron julio, con 70, y mayo, con 69. El mes de septiembre, junto a febrero y marzo, reportan un leve descenso, aunque la situación sigue siendo grave e inaceptable. El Grupo Guatemalteco de Mujeres (GGM), que realiza un análisis permanente sobre el tema, señala que a pesar de la leve disminución respecto del año anterior (2013), la incidencia de muertes violentas de mujeres está en un 10.5% por encima de los niveles de violencia registrados en el año 2012, cuando entre enero y septiembre fueron asesinadas 484 mujeres.

“La disminución en el presente año todavía es insuficiente si se quieren mostrar avances en materia de seguridad ciudadana para las mujeres”,  afirma.

Según este último reporte, el 50% de las muertes violentas de mujeres se registran en el departamento de Guatemala, después le sigue Escuintla, Zacapa, Chiquimula, El Progreso y Santa Rosa. El 72% de los asesinatos se cometen con armas de fuego (385 de las víctimas en 2014) y también se registran muertes por arma blanca, asfixia y decapitación.

Detrás de muchas de las muertes violentas de mujeres hay un factor que no podemos obviar y es que se las asesina por su condición de género; es decir, por ser mujeres. Esto tiene que ver con una extendida creencia sobre que las mujeres somos “objetos” en propiedad, algo así como seres humanos de segunda categoría y que pertenecemos a un hombre, ya sea el papá, el esposo, el abuelo, el novio o el pretendiente. El caso de la pequeña niña de 11 años, asesinada en Petén hace algunas semanas junto a su familia porque un adulto la pretendía y sus padres no quisieron entregarla, o los cientos de chiquitas menores de 14 años, violadas y embarazadas, ilustran esta terrible realidad.

La Ley contra el Femicidio y otras Formas de Violencia contra la Mujer y la institucionalidad que se creó a partir de la misma es un enorme avance en la dirección correcta; sin embargo, es una respuesta insuficiente ante el flagelo de la violencia contra las mujeres. Si bien garantizar justicia especializada y atención integral a partir de la presentación de una denuncia es crucial para combatir la impunidad, es necesario un esfuerzo gigantesco para desmontar la cultura machista y patriarcal en la que estamos sumidos, que tenga como consecuencia directa la prevención  y disminución real de la violencia.

En el caso específico de quienes trabajamos en los medios de comunicación, el llamado es a no contribuir a fomentar y validar esta violencia. Las recurrente frase “crimen pasional” a la hora de reportar un femicidio no solamente retuerce la realidad, sino justifica que los celos o la pasión son motivos suficientes para cometer un crimen o ejercer violencia contra niñas y mujeres. Desmontar el discurso machista y evitar el lenguaje sexista sería una enorme contribución para que la violencia contra las mujeres se vea como lo que es, un abominable delito.

Publicado el 19 de noviembre de 2014 en www.prensalibre.com por Marielos Monzón
http://www.prensalibre.com/opinion/Ni-una-mas_0_1242475741.html

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