¡Las niñas no deben casarse!

Una niña es un ser que está en formación. Su cuerpo experimenta un proceso de consolidación. Su visión de sí misma y del mundo está empezando a instalarse y a configurar su ser de manera completa. En otras palabras, una niña es un ser que empieza el camino de la vida. ¡No está para dar vida! Menos para ser “compañera de vida” de otro ser. El matrimonio de niñas es un absurdo contra el que no nos hemos opuesto, como sociedad, con la suficiente fuerza.

Talvez la falta de oposición a ello se debe a la profunda ignorancia que “naturaliza” el matrimonio de niñas, o a ideas religiosas que amparan esa ofensa contra la vida, o a que la ley permite que niñas mayores de 14 años puedan contraer matrimonio.

Hace pocas semanas, distintas organizaciones, basadas en análisis de reportes del Instituto Nacional de Estadística, informaron que 1,113 mujeres menores de 15 años contrajeron matrimonio en el 2012, y de las cuales, 4 tenían doce años y 76 tenían trece. No sabemos cómo será la vida de esas adolescentes. Solo podemos sospechar que las circunstancias sociales y afectivas no son ni serán las mejores para ellas y para la sociedad misma. Pero sí podemos estar seguros de que se violentó su derecho al desarrollo pleno, armónico y sano. Porque una adolescente no está para asumir las responsabilidades de pareja. Mucho menos para quedar embarazada y empezar, en las propias puertas de su vida, a asumirse como madre. Si para una mujer adulta el peso de los distintos roles es ya demasiado grande, imaginemos lo que es para una niña.

Pero además, no hay que olvidar lo que puede esperarse de un hombre al que no le importa ese derecho de la niña a ser niña, y la asume como esposa. Con toda la seguridad del mundo (talvez, pero muy “talvez”, alguna excepción), puede afirmarse que un matrimonio de una adolescente con otro adolescente –o un joven un poco mayor- está condenado al fracaso y a la descomposición total por las circunstancias previas al acto mismo. Por la falta de formación, por la inmadurez, por lo obligado del asunto. Pero si el matrimonio es de una adolescente con un adulto de muchos años, el escándalo se convierte en ofensa para el mundo. Y en premonición certera de una vida convertida en infierno para esa adolescente.

Por donde lo veamos, el matrimonio de niñas y adolescentes es una ofensa para la sociedad. No puede ser visto ni con ojos de religión, ni de cultura. Ni disfrazar de consentimiento lo que es inmadurez o presión o desesperación de una adolescente al aceptar ser parte de este absurdo social.

Niñas y adolescentes casadas son las principales candidatas para ser víctimas de abusos de todo tipo, en el seno de ese mundo que mucha gente aún quiere resguardar y enfatizarlo como “privado”. Es preciso mantener la lucha para develar que en el mundo privado se cometen atrocidades contra las mujeres, como los golpes físicos, la servidumbre, incluso la violación que cometen esposos contra esposas, al obligarlas de maneras salvajes. Lo privado debe asumirse público cuando es fuente de violaciones y abusos, porque destruye la posibilidad de un auténtico desarrollo social.

Ya es hora de que todos acuerpemos la campaña que distintas organizaciones vienen realizando para que el Congreso legisle en contra del matrimonio antes de los 18 años de edad. Así podremos unir el recurso jurídico y político al mayor de los esfuerzos: el de una educación que libere y haga posible la dignidad.

Publicado el 23 de Septiembre del 2014 en www.s21.com.gt por Carlos Aldana Mendoza
http://www.s21.com.gt/gaia/2014/09/23/ninas-no-deben-casarse

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