Estuardo Zapeta

Un balazo. Truena. Ella siente algo caliente en su pecho. Edad: 7 años. Siete años. Número de años: 7. Es la pequeña Débora.

“Débora recibió la primera bala que le perforó el corazón”. El corazón. El corazón. El corazón ❤. La bala, sí, le perforó el corazón. Tenía 7 años.

Pablito recibió el cuerpo herido, el corazón herido, el futuro destruido, de Débora. Ya ella sangraba. Fueron segundos de diferencia. Años 7, ella. Para don Beto, 6 balazos. Muere Guatemala.

La esposa sale asustada. Ella también fue herida.

Camino al hospital muere Débora, muere don Beto. ¿Pero fueron solo ellos, o en ellos también morimos todos?

Jadeaba Débora. Cada respiración más lenta. Sí, una bala le perforó el ❤.

Y a quién le importa si aquí la vida no nos importa. Ah, y ahora ni la muerte.

No, Débora no estaba “metida en algo”. Para esos hijos de p… que creen que en Guatemala cada muerto “estaba metido en algo”.

Don Beto se negó a pagar la extorsión por ser productivo. Hacía pan. “Maná”, como el Maná bíblico, era el nombre de su empresa. Pero la plaga, como las plagas del Éxodo, la plaga de mareros, de extorsionistas, las plagas de delincuentes, las plagas de políticos corruptos, las plagas de ministros ineptos, las plagas de ciudadanos silenciosos, cobardes, desorganizados.

Don Beto dijo no. ¿Por qué cedería él parte de su producción honrada a esa retahíla de pícaros? Será porque ellos pueden hacer daño y destruir. No, no es por eso.

Los miles de Betos están desprotegidos. Muy desprotegidos.

A Débora, a don Beto, a usted y a mí nos ha fallado el Estado. En cada Débora, en cada balazo directo al corazón de una niña de 7 años, estamos cada uno de nosotros. Hemos muerto todos. Sí, es Estado Fallido. Muy fallido.

Le falló a Débora. Le falló a don Beto. Es fallido. Niéguenlo. No se puede. Es un Estado Fallido. Y sigue fallando contra nosotros.

Débora se fue. De la mano de ella se fue don Beto. Pero usted y yo estamos y seguimos aquí. Es Guatemala. No huyo a nuestra realidad. Tampoco la podemos falsear. La realidad es la realidad.

Tenía 7 años. Solo 7 años. En ella perdemos a nuestra nación. La que apenas hemos construido. Acaso hemos sido ya insensibilizados por tanta muerte. Acaso nos importa tan poco que ya a nadie asusta la muerte de una niña.

El Estado ha fallado. Es Fallido. Repitamos: es fallido. Muy fallido.

Y desde la eternidad, Débora nos recuerda los gritos diarios del silencio criminal.