Cerrando el “gap” de la ética

Nuestras culturas, no solo la guatemalteca, manejan dos esquemas mentales en relación con la ética. Toleramos, a veces admiramos a personas que actúan en el límite de la ética o que incluso en ocasiones la rompen. He escuchado frases como “hecha la ley, hecha la trampa” y en más de una ocasión he visto empresarios buscar abogados o consultores que aplican a su profesión este tipo de principios.
 

Votamos por políticos que mienten, apoyamos figuras deportivas que hacen trampa, toleramos religiosos que enseñan y actúan en sentido contrario. No nos damos cuenta de que inadvertidamente estamos enseñando a nuestros hijos que la única forma de tener éxito en la vida es engañando y haciendo trampa.

Por el otro lado, publicamos que una de las características que más admiramos en un líder es la integridad y los altos ejecutivos y propietarios de las empresas claman por empleados con esa misma integridad.

Definitivamente, cuando se trata de nuestro propio comportamiento, en ocasiones existe un “gap” entre lo que creemos y cómo nos comportamos.

En muchos libros y artículos leemos sobre el concepto de inteligencia moral. Esta nos permite diferenciar lo bueno de lo malo; por lo tanto, generalmente sabremos cómo debemos actuar ante una circunstancia, pero esa misma circunstancia nos puede presionar a actuar en contra de lo que creemos y paramos haciendo aquello que no queremos hacer. Por ejemplo, te detiene un oficial de tránsito y llevas tu licencia vencida o acabas de pasar un alto; el oficial te dice que tiene que darte una multa por la falta cometida… de repente aparece la brillante idea: “Oficial, y por qué no lo arreglamos de otra forma?”.

El fin de esa historia ya lo conocemos. Sabíamos qué hacer, pero fuimos tentados y caímos en la tentación.

Luego escribimos “posts” en nuestras redes sociales criticando la corrupción, los funcionarios que hacen campaña política anticipada, a los manifestantes que no saben ni por qué están manifestando, etc.

Quiero ver la parte positiva de esta realidad, si tenemos la capacidad de pensar correctamente, también tenemos la capacidad de actuar correctamente. Creo que las personas con buenos valores morales pueden crecer éticamente.

Creo firmemente que las personas tenemos la capacidad de no solamente pensar éticamente, pero también de aprender a saber escoger correctamente, cuando antes quizá solo pensaban en aspectos de estrategia para lograr objetivos, sin considerar aspectos morales o éticos.

Creo, quizá con algo de inocencia, que los líderes de hoy pueden crear culturas de ética, moldeadas a partir de su propio ejemplo, no importa si es en la empresa, en una institución no lucrativa o en su propia familia. Esto se logra a través de enfocarse en valores internos y una gran motivación, la ética. Esta clase de liderazgo transforma la cultura de una que actúa sobre la base de las reglas a una que actúa sobre la base de la ética.

Publicado el 10 de septiembre de 2014 en www.s21.com.gt por Walter Martínez Guzmán
http://www.s21.com.gt/luz-sombra/2014/09/10/cerrando-ugap-etica

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