Esquipulas Summit

ALFRED KALTSCHMITT

Y dos presidentes en funciones compartirán también: Otto Pérez Molina y  Rafael Correa, actual presidente de Ecuador y principal orador del Foro con su ponencia: “Hacia un nuevo modelo económico y social: por una región en paz, integrada, incluyente, equitativa y democrática”.

El título es amplio y políticamente correcto en una audiencia ávida de escudriñar nuevas rutas que contradigan el apolillado rumbo por donde hemos transitado durante todo estos años sin tener una convergencia común realmente aterrizada, pragmática y factible para enfrentar los retos de este milenio.

Cada país ha tenido que bregar con ellos de acuerdo a su particular situación individual con mayor o menor éxito. Y es que somos una Latinoamérica muy heterogénea. Como retazos de diferente color y textura conformando un manto socioeconómico y político  con entretejidos diferentes.  Nos une el idioma, algunas escamas culturales e históricas comunes y un legado de interferencias geopolíticas externas de las cuales todavía tenemos cicatrices visibles.

La finalidad, como leemos en la misión del Foro Esquipulas: “es la de contribuir a la conservación de la paz, el fortalecimiento de la democracia y el impulso de los procesos de integración de la región Centroamericana y del Caribe, a través del desarrollo de programas y proyectos de alta incidencia política, económica y social”. Véngale pues.

Bienvenido sea el presidente Correa con su paraguas rompe paradigmas. No solo ha  guarecido al Ecuador de sus tormentas politiqueras capaces de cambiar presidentes a la velocidad de un cambio de luna por la confabulación de los poderes fácticos, sino se ha atrevido a hacer cosas novedosas. Hay métricas que hablan por sí mismas. Económicas, educativas, de salud, de programas sociales. Y un tratamiento poco ortodoxo en el manejo de su macroeconomía y su relación con su deuda externa y los inversionistas extranjeros.

Admito haber sido un crítico del presidente Correa. Hoy aplaudo estos éxitos de gran impacto y beneficio para Ecuador, excepto en dos: La libertad de prensa. Aun cuando hubiese abuso, y lo hubo, un país maniatado en su libertad de pensamiento es incompleto. Hay censura por más que lo niegue. Que antes había libertinaje amoral de algunos medios y periodistas no justifica echar el agua sucia con todo y el bebé.

Lo segundo, es autorrecetarse con movidas y triquiñuelas constitucionales el mandato permanente. No se vale tampoco. La democracia necesita para legitimarse la renovación de los mandatos constitucionales. En mi opinión es legítima la reelección, pero no más de un mandato.

Bienvenido, pues,  sea todo aquello que nos ponga a pensar y repensar nuestros rumbos. Hay extravíos severos en algunos países hermanos que están sucumbiendo a la politiquería y al populismo demencial.  Dentro del contexto mundial se mueven pesadillas que algunos ni osamos imaginar. Y  están aconteciendo mientras se desarrolla este foro. Hay espacio entonces para dialogar con una mentalidad abierta y un corazón presto.  Vaya para el presidente Cerezo otro aplauso por unirnos para imaginar una Latinoamérica mejor.