Estas acciones abren la necesidad de pensar dos temas. El primero, si es cierto que es en realidad efectivo que las más altas autoridades del Ejecutivo se lancen, abierta y claramente, a apoyar al candidato oficial que participará en las próximas elecciones. En vista de que en Guatemala es casi imposible lograr que un partido oficial alcance a ser reelecto para un segundo período, esa propaganda puede ser contraproducente, porque parte de la premisa de que los ciudadanos carezcan de la capacidad de darse cuenta de dicha maniobra.
Por otra parte, que los votantes no consideren que realizar obras de infraestructura es una de las tareas de ese ministerio, por lo cual carece de sentido felicitarlo o pedir votos, pero también que la pertinaz propaganda mencionada termina de comprobarse cuando están presentes en las inauguraciones quienes también han sido escogidos como candidatos a alcaldes y a diputados.
La segunda premisa, no necesariamente lograda posteriormente, consiste en que en las presentaciones políticas se deben efectuar expresiones que pueden ser peyorativas, tanto entre representantes de partidos distintos, como del mismo.
Esto viene a colación como consecuencia de las expresiones verbales y corporales de la vicepresidenta en una de las presentaciones con el ministro Sinibaldi, a quien en forma sorprendente e inexplicable, en tres ocasiones lo calificó como “fisiquín”, término que se utiliza entre los jóvenes como sinónimo de guapo, pero también de ser alguien presuntuoso porque tiene una buena presencia. El Gobierno haría bien en medir y analizar la reacción juvenil de otros grupos ciudadanos. Aunque fuera aceptada, por respeto no es el tipo de lenguaje con el que se debe calificar a un funcionario, y menos por un colega llegado por medio de elección al puesto que ocupa.
Otro factor despierta dudas y podría ser la fuente de críticas innecesarias al Tribunal Supremo Electoral, que hace algunos días ganó aplausos cuando puso en orden a los partidos políticos que estaban en campaña, y los suspendió en sus actividades mientras no dejaran de promocionar a los candidatos. Pero al no emitir siquiera una recomendación, para lograr que en inauguraciones de obras se abstengan los funcionarios participantes de hablar acerca de elecciones, de hecho dejó abierto el campo al partido oficial, en detrimento de los demás, lo que afecta la buena imagen de dicha institución. Mucho se ha hablado acerca de la necesidad de respetar las leyes, no solo en su letra, sino especialmente en su espíritu.
El Gobierno hace mal al ser el primero en utilizar subterfugios para obtener beneficios en el proceso electoral. Para suerte de los candidatos oficiales, los opositores no podrán hacer nada, porque muchos de ellos han hecho lo mismo.
Publicado el 17 de agosto de 2014 en www.prensalibre.com por Editorial Prensa Libre http://www.prensalibre.com/opinion/persistente-campana-oficial_0_1195080669.html
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