Estuardo Zapeta
Payazón, en lo único que es líder, es en berrinchitos. Sus seguidores no son diferentes. Todos puros ishtos malcriados a quienes no se les ha dado el juguete que quieren, entonces hacen pataletas, pucheros, llaman a las “bases” y se hacen un queso para demostrar apoyo al susodicho.
Sacrilegio, sí, puro sacrilegio y blasfemia de Bob “Billete” al comparar a Payazón con Jesucristo. Una ofensa total a quienes creen y a quienes no. La comparación no va. ¿Cómo se les ocurre tanta estupidez a los dizque “líderes”?
Pero qué podría esperarse de un niño malcriado en cuerpo de hombre con necedad, histérico, trabado, medio esotérico, medio paranoico, loco completo. Pero a un país de locura, un loco. No podríamos esperar menos.
De Liderazgo no saben ni pura estaca. El Liderazgo es un proceso de cambio y transformación por el cual un Líder con una Visión clara influye positivamente en los liderandos comunicándoles eficaz y eficientemente Valores, Principios y Normas Culturales que promueven la innovación y la elevación de la Persona Humana a niveles de búsqueda individual de la felicidad con dignidad; esto es, sin esperar dádivas, clientelismos o regalos interesados que solo hacen impotentes a las comunidades lideradas.
No, qué va, ni el nombre les va. En todo caso son líderes en berrinches, en rabietas, en locuras y en payasadas. Pienso, ¿y no será que nos hemos acostumbrado a los locos en el Gobierno?
No creo en la democracia. He sido claro. Creo en la República. No creo en este sistema de legislorrea, en este engaño “romano-positivo”, en esta ficción legalista.
Cuando miro a la gente de Payazón comprendo más y más, como si estuviese en un surreal laboratorio, los preceptos que acerca de Guatemala ha escrito el gran antropólogo Geert Hofstede. Sí, somos una sociedad de contradicciones; tantas, que muchas veces es difícil distinguir entre la realidad y la ficción. Y casi siempre la realidad supera con creces a la ficción.
Pero somos también una sociedad con “síndrome de Estocolmo”. Guatemala es una sociedad que se fascina con ser secuestrada por un loco, que de manera patrimonialista llega al poder, y no bastándonos con el secuestro simbólico, esta sociedad termina enamorándose de los locos, de las brujas, de la “jaula de las locas”, del circo de lo bizarro. Sí, esa es Guate.
Locos y brujas por aquí abundan. Y todos quieren ser presidentes, porque saben que a más sufrimiento nos recetan, más caemos en sus brazos como una “maldi-zión”, como un hechizo, como una herencia de 522 años de violación de la “Malinche violada”.
Esa relación entre “loco-y-sociedad” es tal, que ni Almodóvar pudo alcanzar tan exquisito retorcimiento mental en Átame, sobre todo cuando la secuestrada no necesita ser amarrada a la cama porque ella solita se amarra a esperar a su “amado”.
Pero es un juego retorcido cada cuatro años cuando la sociedad cambia de secuestrador para volver a enamorarse, no sin antes masturbarse creyendo que “este sí, tal vez sale bueno”.
Guatemala sufre del síndrome de Estocolmo, no solo porque sin la mierda de “ayuda internacional” no sobrevive, sino porque adora a sus secuestradores aun antes de ser secuestrada.
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