La estructura del soborno

Quien efectúa la compra o contrata el servicio sabe lo que hace.
Una de las causas por las que el país está económicamente tan descalabrado y sin visos de un futuro diferente es porque el circuito del soborno y la venalidad se convirtió en un sistema descarado que no se combate, ni lo persigue la ley, porque se esconde bajo el manto de lo imperceptible. Se practica en todos los estratos donde se hacen transacciones económicas o se buscan favoritismos personales que benefician a dos sin manifestar huellas.

 

Lo más negativo y desmoralizante para quienes no practican tan redituable pericia es que el soborno contribuye a que muchos tomen ventaja sobre los que no se prestan para negociar con el hambre del pueblo, al que en dúo o en tripleta se le roban tantos millones. Las empresas, comercios e instituciones que mantienen sus valores, a cambio de tan inmoral marginamiento, están convencidos que actuar con honradez sigue siendo un valor innegociable para mantenerse como ser humano, digno y honesto y, que en este país, que la desvergüenza y el oportunismo son bienes muy productivos, por el contrario, ignora o hace a un lado a su gente correcta. No le sirve.

Como ya otros lo dicen: Por un lado, se derrochan fondos por millones; y por otro, nos endeudan hasta la cuarta generación y, por contraste, la brecha de las carencias y necesidades es tan manifiesta cuando se sigue ensanchando abismalmente. Eso no es más que el resultado de quienes saquean bienes ajenos, y transan como esa perversa pareja que forman empresas, comercios e individuos, con funcionarios, jefes de compras y financieros para no dejar huella de las comisiones que se pagan y se reciben. Los participantes descubrieron que el juego de “Te lo doy, te callas, te lo embolsas y pasás mi parte” representa la asociación más productiva que una transacción representa. Por supuesto, que quien hace del soborno su práctica más exitosa, contar con fondos para practicarlo no es un esfuerzo económico, cuando de antemano sabe que del mismo cuero saldrán las correas. Se preguntan, ¿Y por qué no lo vamos a hacer? Si es el pueblo quien aguanta.

Quien efectúa la compra o contrata el servicio sabe lo que hace. Conoce con puntos y comas los reglamentos y de antemano entiende que una licitación, hace mucho que dejó de ser el parámetro legal y la garantía con que una empresa o una institución cumplen con la Ley de Compras. Aclarémoslo. Precisamente, por donde más se favorece el amiguismo, el nepotismo y el tráfico de influencias es a través de la tendencia de los funcionarios, los ejecutivos y de maleados jefes de compras, que les gusta mantenerse venalmente estimulados. La estructura venal de las licitaciones está perversamente vulnerada.

En este Gobierno se ignoran más esos formulismos y se va directo con las compras y los contratos discrecionales, por millones de millones. ¿Y quién se opone? La Contraloría General de Cuentas, no se atreve a someterlos, y ya a los altos funcionarios, nada los detiene. Precios descaradamente sobrevalorados, por los que se dan excusas inconsistentes.

¿De qué honestidad y responsabilidad social nos pueden hablar algunos comerciantes y empresarios que han transformado el soborno en una costumbre imperceptible para ganar licitaciones y contratos? Sería un hecho beneficioso que dentro de los mismos gremios que mueven el capital y la economía del país, así como organizan tantos seminarios para mejorar sus capacidades profesionales y productivas, también se organizaran actividades para moralizar a muchos de sus integrantes, y que en las nuevas universidades se enseñara como un valor inalienable la honradez. Solamente, con el convencimiento personal de cada uno –el que fomenta y el que acepta la corrupción–, podríamos rescatar algo valioso para todos.

Publicado el 25 de julio de 2014 en www.elperiodico.com.gt por Silvia Tejeda
http://www.elperiodico.com.gt/es/20140725/opinion/251440/

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