El partido del aspirante presidencial Manuel Baldizón corre ahora con el turno de cosechar los frutos de una práctica cíclica de los períodos preelectorales, cuando diputados y alcaldes empeñados en la reelección buscan refugio en la agrupación que ven como ganadora de los próximos comicios. Esa misma experiencia vivió hace cuatro años el Partido Patriota, y antes, la Unidad Nacional de la Esperanza, cuando se atisbaba el triunfo de Álvaro Colom.
Pero esta mayoría en el Legislativo no significa que Líder haya asumido el control de uno de los tres poderes del Estado, ya que el Partido Patriota, ahora con cinco diputados menos, ha sabido articular alianzas, en el actual período, incluso hasta con el mismo partido de Baldizón, que le han permitido sacar adelante su agenda de gobierno y convertir en ley asuntos altamente controversiales como la reforma fiscal, la ley que favorece el monopolio de telecomunicaciones o varios préstamos, que habían sido criticados y descalificados por la ahora bancada mayoritaria.
Aunque ahora estén en ligera desventaja numérica, los patriotistas pueden todavía contar con el respaldo de minibancadas satélites reconocidas por votar con el oficialismo, y tampoco descartar arreglos con Líder, que ha demostrado en diversas ocasiones su volubilidad, pues en supuestas posturas radicales ha cambiado, intempestivamente, a inexplicables y entusiastas respaldos a los intereses oficialistas.
Las más recientes leyes aprobadas por el Congreso han resaltado el profundo desgaste ético y moral y la pérdida de valores que agobia al Legislativo, porque incluso diputados que antes enarbolaban la bandera de la decencia, se han alineado a fines oscuros para favorecer con su voto disposiciones rodeadas de todo tipo de sospechas, sobre todo cuando en una norma con dedicatoria se entremezclan liviandades que buscan hacer creer a los ciudadanos que se atienden ingentes necesidades relacionadas con la seguridad pública y otras precariedades.
En cualquier sociedad con algún grado de responsabilidad en el ejercicio político constituye una novedad el cambio en la composición de un Congreso, en especial cuando el voto se decide por razones ideológicas o criterios partidarios, porque puede representar escollos insalvables para convertir en ley asuntos candentes, como la reforma migratoria que alienta un agrio e infructífero debate entre demócratas y republicanos, en los Estados Unidos.
Aquí no pasa nada, porque en el Congreso ya no existen bases ideológicas. En ese mercado el voto se subasta, aunque ejercerlo de manera inmoral constituya un fraude a la confianza pública que llevó a los diputados a ese cargo.
Publicado el 16 de julio de 2014 en www.prensalibre.com por Editorial Prensa Libre http://www.prensalibre.com/opinion/Cosecha-ciclica-comercio-politico_0_1175882416.html
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