ALFRED KALTSCHMITT
Como si fuese una composición química con ingredientes, unidad estructural y composición de átomos, la crisis originada por el éxodo de niños hacia los Estados Unidos representa una danza de átomos políticos, generando un compuesto reactivo despidiendo sustancias y grietas en las relaciones diplomáticas, al derramarse sobre un piso bilateral que siempre ha sido movedizo, inestable e hipócrita en el tema migratorio. Como todo en la política. Las monedas no tienen dos caras. Tiene tres. La otra cara es el filo de la moneda. Y es en ese filo en donde pueden surgir las letras pequeñas de los discursos que se amplían públicamente para proveer imagen de forma y de maquillaje superficial, pero no resuelven absolutamente nada del tema de fondo.
La realidad es inexorable. Nadie va a detener el éxodo hacia el norte. Lo podrán bajar en intensidad, capturando y deportando algún porcentaje, pero el movimiento migratorio de niños es un fenómeno que venía de años.
Hasta ahora la cúspide se hizo notable. Lo causan varias políticas que cambiaron el panorama y una creciente inseguridad generada por la proliferación de maras, magnificada por la falta de empleo y acceso a oportunidades.
La penetración de las maras ya se venía dando desde hacía varios años en escuelas e institutos públicos. Pocos sabían que existían redes de mareros de ambos sexos en los propios institutos. Esto ha acrecentado la preocupación de los padres. Hay extorsiones y amenazas. Es una realidad existencial, ahora de mayor intensidad.
Los coyotes son de muchas formas y lomas. Capitalinos y rurales. La mayoría son los propios migrantes que regresan a su tierra para guiar a algún familiar o conocido. Después de trabajar varios años en los Estados Unidos ya conocen el camino, las rutas, lo que debe y no debe hacerse.
Y esas experiencias las importan hacia sus propias aldeas o pueblos. En el interior rural hay solidaridad étnica. Los padres de un infante no se lo entregan a un desconocido. Es fulano de tal que ha ido y regresado varias veces sano y salvo. Tiene reputación de haber cumplido. Es alguien que puede evaluar la capacidad crediticia del interesado. Terrenos, casas, etc., que pueden sufragar los gastos con el pago de los que cancelan en efectivo, dejando el resto endeudados mediante actas notariales.
Uno de los conocimientos más valiosos de los coyotes locales es conocer las zonas en donde opera la red de extorsionadores que pululan a lo largo del tren bautizado como la Bestia. En determinados lugares, en forma sigilosa para que no se enteren los demás o lo descubran las redes de mafiosos, se bajan del tren y toman otra ruta terrestre. Más adelante vuelven a unirse.
Estos conforman la mayoría de los llamados coyotes. Mojados que descubrieron el valor de la información y la confianza de sus clientes. Algunos pocos lo han perfeccionado tan bien que hasta se hacen pasar por mejicanos con papeles falsos y no utilizan la ruta normal. Estos son los más caros. Tienen transporte propio. Lamentablemente algunos de ellos hasta tienen redes policiacas en planilla. Estos no son coyotes de la misma loma. Son la verdadera mafia que opera en coordinación con los Zetas y otras organizaciones criminales.
El negocio está mejor que nunca desde que cambiaron las normas migratorias. Como es ya público. Los niños son entregados a sus padres o parientes sin preguntar por su estatus migratorio, citándolos para presentarse ante un juez en una fecha X. Pueden pasar meses. Evidentemente la mayoría no se presenta. Esta información ha corrido de boca en boca y magnificada por coyotes y migrantes.
Como decía mi amigo agricultor del estado de Washington: “Al final del día, el día que no tengamos mano de obra se paraliza la economía”.
Publicado el 15 de julio de 2014 en www.prensalibre.com http://www.prensalibre.com/opinion/Migra-coyotes-politica_0_1175282487.html
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