Cómo acabar con la irreal esperanza

LAS DECLARACIONES Y las cifras oficiales de Estados Unidos no dejan lugar a las interpretaciones en el doloroso tema del éxodo infantil centroamericano. Desde octubre del 2013 hasta el 31 de mayo del 2014 han sido detenidos 13,282 niños hondureños no acompañados, 11,479 guatemaltecos (51 diarios) y 9,850 salvadoreños, para un total de 34,611, suficientes para llenar el estadio Mateo Flores. La cifra real debe ser mayor, porque muchos —imposible saber cuántos— quedaron en el camino muertos, abandonados; si son mujeres, secuestradas para prostitución.

Han sobrevivido a la acción de los traficantes de personas conocidas como coyotes, delincuentes sin compasión alguna. Al llegar a la frontera comienza otro calvario: el inhóspito desierto.

EL TEMA YA ES motivo de discusiones. Según informes de prensa estadounidense, el Departamento de Seguridad Nacional no puede deportarlos de inmediato. Los republicanos exigen el envío de la Guardia Nacional, un ejército interno de ese país, para incrementar la expulsión de niños y familias de indocumentados. Por aparte, otros políticos señalan la obligación estadounidense de atender a los niños porque lo obligan algunos convenios internacionales y mencionan también la necesidad de aprobar la reforma migratoria férreamente opuesta por la oposición. Todo está inmerso en la lucha partidista, colocada por encima de los aspectos humanitarios, ahora cubiertos por grupos de personas particulares relacionadas con los hispanoparlantes.

POR SU LADO, EL GOBIERNO estadounidense ha reiterado cuanta vez puede la inutilidad de buscar ningún tipo de permiso para estancia legal, incluyendo el asilo, una posibilidad muy remota, según declaraciones oficiales de la Secretaría de seguridad Interna. Representantes de la Administración Federal para la Gestión de emergencias y la Oficina de Aduanas y Protección de Fronteras también se han referido al tema de la necesidad de efectuar cambios en las leyes reguladoras de la migración, además de mencionar la multiplicidad del trabajo de los agentes colocados en las fronteras. Todo esto, más la visita del vicepresidente Joe Biden, dejan poco lugar para la duda.

POR ESTAS RAZONES, DESDE mañana comienza una campaña para disuadir a los padres a enviar a sus hijos, o a pagar a coyotes para llevarlos a donde ellos se encuentran en Estados Unidos. Igualmente, para instar al gobierno a aumentar sus esfuerzos para la captura tanto de los coyotes como de los mareros y demás delincuentes cuyas amenazas y delitos contribuyen a desesperar a posibles refugiados. Por su seriedad, el tema debe ser divulgado por todos los medios. Debido a ello invitamos a todos los usuarios de las redes sociales a unirse a este esfuerzo por evitar más tragedias, más abandono, más peligros. La única y verdadera forma de detener o al menos disminuir estos viajes hacia el peligro o la muerte es dando a conocer su significado.

SE DEBE ACABAR CON LA falsa esperanza. Estados Unidos no es el paraíso pintado y presentado, pero sobre todo imaginado por quienes reciben una imagen distorsionada en algunas series de televisión y algunas películas, en las cuales o solo se destaca lo negativo, o solo lo positivo, la riqueza, la vida cómoda. Cuando la mayoría de los guatemaltecos consigue un trabajo, será en empleos poco remunerados, vivirán en casas de malas condiciones y comerán mal. Esto no es acusar a Estados Unidos, ni señalarlo de manera peyorativa, sino hacerlo en forma real y sincera. Ciertamente, los emigrantes, con o sin documentos, son el principal producto de exportación, pero a costa de demasiado esfuerzo. Pero sobre todo, es una vergüenza nacional.

Publicado el 25 de junio de 2014 en www.prensalibre.com por Mario Antonio Sandoval 
http://www.prensalibre.com/opinion/acabar-irreal-esperanza_0_1163283677.html

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