Se exportan niños

ALFRED KALTSCHMITT

 
De todos los tamaños y edades. De padres emigrados tratando de vivir el verdadero sueño americano, pero reuniendo a sus familias sin la cual el éxodo se queda en viudez solitaria y remesas de tristezas. Pero ahí van llegando niños y niñas agarrados de lazos, encima de vagones de trenes con nombres de bestia. Arriados por coyotes inescrupulosos. Parte de una mafia organizada explotando millonadas anuales. Ahí están. De 6,500 el año pasado a 90 mil menores de edad este año, según cifras del departamento de migración estadounidense.

“El presidente de los Estados Unidos en forma personal y directa ha causado esta masiva migración con un teléfono y un bolígrafo”, dijo el juez Napolitano en una entrevista en Fox News, recientemente. “Obama ha animado a los emigrantes ilegales”.

En el mismo programa, el cineasta Dennis Michael Linch dijo haber pronosticando esta crisis. “Aldeas y villorios completas de América Central y México se están viniendo para los Estados Unidos”, señaló en el programa de Megyn Kelly. “Y eso es solo la punta del iceberg”.

Tienen razón. Las consecuencias de no hacer valer las leyes mediante la relajación de las políticas migratorias están a la vista. La ola migratoria aumentará hasta niveles inimaginables. Según algunos analistas, las fronteras se han roto y la migración humana es imparable.

En un software que proyecta progresivamente las tendencias migratorias de Europa y Latinoamérica, se percibe claramente el irreversible aumento de la emigración.

La fórmula estadística se compone de dos tendencia determinantes: la inercia migratoria, y la segunda, el seguimiento familiar. Es decir, que por cada 10 migrantes que dejaron familia más de la mitad se quedan y tratarán de traer a sus familias. Estos núcleos eventualmente integrados servirán de magnetos migratorios atrayendo otros que serán multiplicadores a su vez.

La migración es inevitable, imparable. No hay muro tan alto, ni muralla infranqueable que los detenga. La gran muralla china, con sus miles de kilómetros y espesos muros con torres no lo logró. Tampoco ha funcionado en los pocos lugares en donde han construido muros de metal en la frontera estadounidense.

Pero el agravante para las autoridades migratorias del Tío Sam es que aun capturando a los ilegales, no pueden regresarlos sino a través de un procedimiento específico que ordena llevarlos a un centro de detención. Ahora debido a la relajación de la aplicación legal, los ilegales ya migrados están aprovechando para traer a sus familias.

Un análisis del Centro para las Políticas Migratorias concluye que esta tendencia es ya irreversible, y aunque se comience a enforzar las leyes como antes, la marea humana no la podrán detener. Los números de migrantes no concuerdan con los recursos de personal, instalaciones, etc. que esto requiere. Ahora hay que explorar otras avenidas. Por ejemplo, ayudar a los países para que estas familias no tengan que huir de sus países por falta de trabajo, inseguridad y pobreza.

La migración no es un fenómeno nuevo, siempre ha existido, pero los números hoy día comprueban que las poblaciones están sufriendo al grado de no importarles enfrentar peligros, deudas y hasta muerte con tal de cambiar sus satisfactores de vida.

En Guatemala tenemos todas las condiciones para fomentar esta tendencia. La pobreza va en aumento, el acecho de las maras, la falta de trabajo, todos los ingredientes perfectos para generar la fórmula migratoria.

Guatemala exporta café, azúcar, y ahora también niños. Triste realidad.

 
Publicado el 13 de junio de 2014 en www.prensalibre.com 
http://www.prensalibre.com/opinion/exportan-ninos_0_1156084442.html

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