Siglo.21 publica hoy un reportaje en el cual se evidencia que, en el primer trimestre del año, la participación de menores en asesinatos experimentaron un espectacular incremento. En 2013 se reportaron 5 casos de menores involucrados en este delito, pero en el primer trimestre de 2014 el Organismo Judicial (OJ) ha recibido 36 expedientes, los cuales se ventilan en los juzgados.
Otro delito que alarma, por la participación de menores, es la extorsión. Según las estadísticas del OJ, de enero a marzo, se reportan 71 casos de adolescentes vinculados con este flagelo. Esto implica un incremento de 122% en comparación con el año pasado, cuando la cifra registró 32 casos.
Sin duda alguna, los menores y los jóvenes en nuestro país viven en un estado vulnerable. Esto, porque la mayoría es de muy escasos recursos económicos, con poco apoyo familiar, con apenas instrucción –muchos de ellos tan solo llegaron a los primeros años de primaria o básicos–, y que no cuentan con ingresos suficientes como para poder apartarse de las conductas delictivas, por lo que son frecuentemente acosados por las células criminales, especialmente de mareros y narcotraficantes.
Estas cifras alarman y llaman a la reflexión a los diferentes sectores de la sociedad. ¿Qué está pasando?, ¿qué estamos haciendo mal para que los menores sean presas fáciles de la delincuencia y crimen organizado? Sin duda, son diferentes factores los que influyen en ese desvío que sufren tanto jóvenes como señoritas. Pero la causa principal es la desatención de los padres de familia a sus hijos. Aunque una de las teorías de las fuerzas de seguridad es que, debido a la detención de células completas de mareros, sus líderes recurren a sus familiares, en su mayoría menores de edad, para que continúen ejerciendo las labores criminales.
El nacimiento de un menor infractor puede derivarse de las más variadas causas, como la existencia de problemas en la escuela, exposición a un ambiente rodeado de criminales o la falta de autoridad de los padres para responder ante los actos desajustados de sus hijos. La sociedad debe estar preparada para reconocer que la delincuencia juvenil es un fenómeno que existe y existirá.
Es necesario que las entidades encargadas por implementar políticas dirigidas a la incorporación de los menores al sector educativo y recreativo concentren sus esfuerzos en esas zonas de alta incidencia criminal. Caso contrario, el país se convertirá en un semillero inmenso para los grupos criminales. Es urgente que tanto las universidades, sector privado, iglesias y Gobierno actúen para impulsar acciones dirigidas a atender a la niñez y a la juventud en el país.
Publicado el 11 de junio de 2014 en www.s21.com.gt por Editorial S21 http://www.s21.com.gt/editorial/2014/06/11/menores-criminalidad
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