Estuardo Zapeta
La principal adicción de los gringos, como lo ha sido de todos los imperios, o de los que aspiran a ser imperios, es la guerra, no la cocaína, ni la heroína, ni la mariguana.
Pero qué mejor que en nombre de una falsa moralidad, moralina diría yo, pueden hacer guerra en nombre de las mismas “drogas”, de las cuales ellos consumen más del 90 % –y no les alcanza– y luego pregonan al mundo que tienen una “guerra” contra el mismo producto que ellos más demandan.
El problema de la guerra contra las drogas es que parte de una muy torcida y equivocada visión de “moralidad”. Y por eso mismo, a quienes argumentamos que debe despenalizarse, descriminalizarse y legalizarse la producción, comercio, distribución y consumo de “drogas prohibidas” nos atacan diciendo que estamos “promoviendo el consumo de algo malo” y, por lo tanto, debemos ser condenados moralmente y ser lanzados a las llamas de infierno mismo, donde será el lloro y crujir de dientes, por “herejes”, porque como osamos nosotros pobres mortales a contradecir la sabiduría, la inteligencia, el poder, la gloria, la magnificencia y el esplendor de la estupidez del rey gringo que no lleva ropas.
O qué, preguntan, serán esos ingenuos los únicos que ven que las drogas se acabarán si arrecia la guerra sobre cárteles, capos y pushers. Tan ciegos estarán, oh my god, explican los gringos, que no ven los logros de esa guerra en México, en Guatemala y en el resto del mundo.
Chocos no estamos, por eso precisamente señalamos que la bendita guerrita esa, digo la de andar correteando narquitos a diestra y siniestra, pa`rriba, pa´bajo, a los únicos que les conviene es a los mismos narquitos, porque sube el riesgo y en consecuencia, sube el precio del producto.
Estos gringos medio mudos exportan la guerra –por estos lares en nombre de la lucha contra las drogas– no para controlar narquitos, ni cartelitos, ni pushers, sino para mantener control social, territorial y geográfico de la región.
Por eso me parece correcta la posición –un tanto tímida, pero correcta de todos modos– de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), cuando la semana pasada propuso de manera light discutir la “despenalización”. Vaya hombre, pasos vamos dando, aunque lentos, pero los estamos dando.
El presidente Otto Pérez Molina es el abanderado mundial en esta lucha por un nuevo enfoque –el de salud ha propuesto él– al tema de las drogas criminalizadas, y está en lo correcto, y con la propuesta de la ONU creo que tiene una oportunidad de oro para promover lo que una vez él inició.
Y desde el punto de vista de la ciudadanía debemos darnos cuenta de una vez por todas de que en esa “guerrita contra las drogas” de los gringos a nosotros nos toca poner los muertos, el escenario, los soldados y recibir los “castigos” si no nos acoplamos a los deseos del imperio, para defender, qué de a huevo, que a Little Susan and Little Jhony no se zampen esa cosa en la nariz.
De hecho, por los canales oficiales nuestros en la ONU debemos acelerar una discusión global de la despenalización de las drogas. Mientras tanto, nosotros seguimos poniendo los muertos de esa guerra fracasada de los gringos.
Publicado el 11 de marzo de 2014 en www.s21.com.gt http://www.s21.com.gt/era-libertaria/2014/03/11/gringos-adictos
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