Acerca de túmulos y manifestaciones

La ley que prohíbe la colocación de túmulos en las carreteras del país, así como el bloqueo de estas vías de comunicación como consecuencia de manifestaciones, provocará, poca duda cabe, una serie de posiciones encontradas, y es una normativa que debe ser analizada desde varias perspectivas: el derecho de manifestar, el de transcurrir sin interrupciones y el de proteger el derecho a la vida de las personas.

Un factor indirecto en este asunto lo constituye la irresponsabilidad de los conductores de vehículos, que provocan muertes a causa de manejar a excesiva velocidad. Los vecinos colocan túmulos con el fin de protegerse. Otro factor es el derecho constitucional de manifestar, que se ha desdibujado a causa de que se le utiliza como forma de llamar la atención del ciudadano, por el contraproducente método de interrumpir el paso, y con ello causar atrasos, daños económicos y muertes de personas que no pudieron llegar a centros hospitalarios a donde eran trasladadas.

En el tema también tienen relación los acarreos de personas residentes en los departamentos para que se presenten como presuntas voluntarias y apoyen acciones del Gobierno. Es importante indicar que no se está cuestionando el derecho a manifestar, sino los daños provocados a terceros. No tiene relación tampoco el hecho de que, en algunos casos, el mismo Gobierno ha apoyado este tipo de protestas, al considerarlas una forma efectiva de presionar al Congreso, ni que lo mismo haya ocurrido con el sector privado. El punto es que ya no podrá hacerse.

Ahora lo que resulta urgente es indicar cuál será la manera como las autoridades policiales deberán actuar en el caso de que se organicen manifestaciones de ese tipo o se construyan túmulos, con el fin de que se pueda disminuir la posibilidad de violencia. También es urgente llegar a acuerdos con las organizaciones sociales que han utilizado la interrupción del paso como una manera de presión, a fin de que se pueda cumplir con los dos derechos constitucionales en juego: el del libre paso por calles y caminos, y el de manifestar a causa de criterios encontrados por alguna decisión gubernativa u otro tipo de acciones de algún sector nacional.

El caso de la capital es emblemático. Ahogada por casi un millón de vehículos que circulan diariamente, aumentar las interrupciones del paso puede llevar al caos al país entero, debido a la macrocefalia citadina. Aquí, la proliferación de carros resulta ser un efecto indirecto de la criminalidad rampante, que obliga a buscar transporte en autos privados, pues el sistema público es deficiente y, sobre todo, peligroso. Esa inseguridad es la causante del encierro y de las garitas de control en un número cada vez más grande de colonias residenciales.

Por estas razones queda claro que el tema de los túmulos y de las manifestaciones tiene numerosas facetas que deben ser analizadas cuidadosamente. A nuestro criterio, la ley es bien vista dentro de la capital, y falta ver cómo reaccionan los guatemaltecos residentes en los departamentos. Por eso, falta aún mucho camino por recorrer.

Publicado el 21 de febrero de 2014 en www.prensalibre.com por Editorial Prensa Libre
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