Eso se vale en las piñatas, pero no en el gobierno. El alcalde de Mixco, Otto Pérez Leal, debería aspirar a ganar estatura política destacándose en la gestión pública, no compitiendo con personajes de caricatura por aparecer en el turrón de las pastelerías.
En un año y medio al frente de la alcaldía en Mixco, el hijo del presidente ha sobresalido por sus travesuras. Primero quiso duplicarse el sueldo y tuvo que dar marcha atrás. Ahora ha organizado el programa “Mi boda segura” a través del cual regala pasteles a los novios que se casan en la Muni.
Las tartas –financiadas con fondos públicos, faltaba más—vienen adornadas con los colores del partido oficial y además traen estampada una foto con la cara del alcalde. No sé qué pensarán los invitados de ese postre, pero a mí me sale la cara del Principito Naranja en el tenedor y se me atora el bocado en la garganta.
La idea ni siquiera es original. En el gobierno anterior regalaron “magdalenas solidarias” en cajas que traían la foto de la pareja presidencial dándose un beso. Lo de Otto Pérez Leal resulta igual de ridículo y de inaceptable –no tanto por lo gastado en los pasteles, unos Q5,500– sino porque el gesto revela un desprecio absoluto hacia las leyes del país, que prohíben hacer propaganda con el dinero de los contribuyentes, que buena falta hace para cosas verdaderamente importantes.
Si el Principito descuida con ese descaro los detalles, ¿qué no hará con los grandes rubros presupuestarios?
Publicado el 30 de Abril de 2013 en www.dinafernandez.com http://dinafernandez.com/2013/04/30/el-principito-naranja/
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