¿Comería usted carne humana?

Ricardo Méndez Ruiz

La jauría completa no tardó en reaccionar.

¿Comería carne humana? Es una pregunta que me hice hace muchos años, cuando me enteré de la tragedia de un equipo de rugby uruguayo cuyo avión se estrelló en la cordillera de los Andes. Para no morir de hambre, los sobrevivientes tuvieron que alimentarse de trozos de los cuerpos congelados de sus compañeros fallecidos en el accidente.

Recuerdo que no lo pensé mucho y llegué a la conclusión que sí; lo haría para preservar mi vida. Pero entre comer carne humana para sobrevivir, y comerla por joder, hay una brecha muy grande.

Despuntando la década de los ochenta, en Quiché, un kaibil fue capturado vivo por una columna terrorista del EGP después de una emboscada contra una patrulla militar. Cuando el cuerpo del soldado fue encontrado poco después por el Ejército, llamó la atención que le había sido arrancada una gran porción de la parte posterior de una pierna; algo inusual entre los métodos de tortura del EGP. Hay una fotografía que documenta el hecho en Facebook Fundación Contra el Terrorismo Guatemala.

Lo que sucedió se supo después: el comandante Peter, jefe de la columna, le cercenó con su machete el trozo de pierna y luego lo puso a asar para después cortarlo en trozos y darlo de comer a sus camaradas. No lo hizo porque no hubiera comida y fuera ese el último recurso para sobrevivir; fue para que, según él, sus guerrilleros le perdieran el miedo a los kaibiles. Todo esto, frente a la mirada del soldado torturado, al que la vida se le escapaba poco a poco por el enorme corte producido por la experimentada mano del comandante Peter. Juan Tuyuc Velásquez era el verdadero nombre de ese jefe terrorista, que murió atropellado por un automóvil el 15 de enero en el kilómetro 137 de la ruta Interamericana. Según su hermana Rosalina Tuyuc, el cuerpo tenía heridas de bala, contradiciendo el informe forense del Inacif. Es obvio que se está tratando de crear un mártir para conseguir dinero y de paso quitar del camino a alguien que les represente un obstáculo; al fin y al cabo, para eso la izquierda radical y vividora siempre ha sido eficiente.

Con el símil de Hannibal Lecter la jauría completa –incluyendo a la CIDH y a Human Rights Watch– no tardó en reaccionar, secundando la mentira de la tristemente célebre Rosalina. Son los mismos que aúllan a los cuatro vientos que aquí hubo genocidio.

Publicado el 28 de enero de 2o14 en www.elperiodico.com 
http://elperiodico.com.gt/es/20140128/opinion/241639/

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