Falta de respeto

Un puñado de harina los hace tambalear.

Guatemala es un país provinciano, donde el Gobierno realiza la presentación de su informe anual en un teatro (para evitar los abucheos y las mantas en el Congreso), en un acto cuyo protocolo recuerda las tradicionales clausuras escolares. Los hombres de tacuche y de vestido elegante las niñas, con música de banda, pabellón nacional, entonación del himno, saludo uno y dos, con graduandos o funcionarios sentaditos en el escenario luciendo sus medallas y diplomas, y en lugar del director del establecimiento dirigiendo discursos emotivos sobre el tiempo que ha pasado y no volverá, aparece el Presidente listando lo realizado, sus estadísticas acondicionadas para inspirar confianza, aunque la tensión se perciba en el ambiente, porque no están donde debieran, porque se firmó la paz con la insurgencia, pero no entre los partidos políticos, y el Teatro Nacional es escenario de fantasía y asombro, con la ausencia de los legisladores de la oposición, o saliéndose irreverentes tras mostrarse presentes.

La falta de respeto de unos hacia otros contagia a la población, y el incidente de la niña que le lanzó harina a la vicepresidente Baldetti debe entenderse como el resultado natural. La población ha visto a los diputados lanzándose agua, vasos, o amenazándose con tranquilizadores eléctricos, sin respetarse unos a otros. Hasta se dan de manadas. Y si así se comportan los políticos en las instancias donde debiera de prevalecer la inteligencia, la educación y el entendimiento, ¿cómo se va a querer imponer corrección a los ciudadanos?

La Vicepresidente perdió la oportunidad de lucirse como líder, porque ya de por sí se estaba robado el espectáculo al ser víctima de una joven maleducada que le lanzó harina. Una verdadera estadista se hubiera sacudido la ropa, conservando el control, y con toda educación y firmeza hubiera hecho sentir que el incidente era cosa de niños, demeritando la vergüenza, y sancionar a la muchacha malcriada incorporándola al servicio social, por ejemplo, para marcar un precedente; pero al caer presa del pánico, ser auxiliada en camilla, hospitalizarse y poner al Presidente a prometer la aplicación de todo “el peso de la ley” para castigar una acción que es producto del mal ejemplo de los políticos, sólo demostró debilidad. La reacción sobredimensionada ya se vislumbra como otra batalla perdida, porque el acaloramiento puso en evidencia que a los patriotas un puñado de harina los hace tambalear.

Publicado el 16 de enero de 2014 en www.elperiodico.com.gt por Méndez Vides
http://elperiodico.com.gt/es/20140116/opinion/241021/

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