Hugo Maul R.
Los salarios y empleos no vienen dentro del saco de regalos de Santa Claus.
En materia de creación de empleos no existen métodos sobrenaturales que puedan generar los millones de empleos que faltan, de la noche a la mañana. Lamentablemente, todavía se cree que los aumentos salariales pueden darse por arte de magia, por un plumazo de la autoridad de turno. El aumento del salario mínimo, que seguramente decretará el Presidente dentro de unos días, será un caro “regalo” para quienes pierdan su empleo y para quienes no puedan conseguir trabajo en el futuro. Ni la mejora salarial ni la creación de empleo van a caer del cielo, aunque algunos políticos y líderes sindicales radicales así lo quieran hacer ver. Los “regalos” en materia laboral siempre tienen un costo, que se manifiesta en la destrucción de empleo o en el aumento de los costos para crear nuevas oportunidades de trabajo.
Si la discusión del salario mínimo se abordara desde una perspectiva más amplia e integral, habría que considerar el papel de la preservación del empleo y la generación de nuevas oportunidades en el proceso. Habría que entender, como recientemente lo hizo el Gobierno español, que las altas tasas de desempleo y subempleo se corrigen creando empleo y no aumentando por decreto los beneficios para los trabajadores. Entre otros elementos, la reforma española favorece el empleo por tiempo parcial, los trabajos temporales, la reducción de costos en la contratación y el despido de trabajadores, y la reorganización de los puestos de trabajo como alternativa al despido. A lo que la OECD sugiere añadir “la reducción del coste del despido, es decir, reducir los costes contraídos por el empresario por la extinción de los contratos laborales”, la extensión del período de prueba de los trabajadores junto con una suspensión de la indemnización por un año para estos trabajadores, y por sobre todo, la “moderación salarial”, es decir, la limitación a los aumentos salariales mientras no se recupere la creación de nuevo empleo.
Según la OECD, la reforma laboral española ha propiciado “la contratación indefinida, fundamentalmente entre las PYMEs”; la creación “de 25 mil nuevos contratos indefinidos al mes, la mayoría en las empresas con menos de 100 empleados, lo que achaca a la relajación de las normas de despido”, y la reducción del tiempo “que se pasa en el desempleo y una transición más rápida al empleo permanente”. Con una tasa de desempleo general al 30 por ciento de la PEA y casi el 60 por ciento de los jóvenes menores a 25 años desempleado, España se vio obligada a reconocer que la situación no iba a cambiar por arte de magia. Aprovechando la autoridad técnica que se le confiere a la OECD, derivada de su autoridad en materia tributaria, tal vez sería tiempo de evaluar lo que están proponiendo en materia laboral. Con indicadores laborales más graves que los de España, ya sería tiempo que en Guatemala comprendamos que los salarios y los empleos no vienen dentro del saco de regalos de Santa Claus.
Publicado el 24 de diciembre de 2013 en www.elperiodico.com.gt http://www.elperiodico.com.gt/es/20131224/opinion/240090/
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