En las vísperas de la Nochebuena

GIANCARLO IBARGÜEN S.

No hay mejor época que esta para conversar y reflexionar en familia.

Durante la Edad Media, en algunas culturas europeas se acostumbraba encender un gran leño para celebrar la Nochebuena. También se solía alimentar el fuego continuamente, para que la llama se mantuviera viva durante 12 noches seguidas, hasta el Día de los Reyes Magos. Imaginemos la escena: una familia cristiana contemplando el fuego del hogar durante 12 noches, mientras la escarcha y nieve iban cubriendo el suelo afuera. Imaginemos sus sueños, sus proyectos, sus esperanzas, sus conversaciones…

No hay mejor época que esta para conversar y reflexionar en familia. Por eso, yo me atrevo a proponerles un tema de reflexión en estas fechas. Este es: cómo elegimos cada uno vivir nuestra vida. Por más giros y vueltas que demos, siempre podemos tomar la decisión de llevar una vida plena, para dejar el mundo en un lugar mejor u optar por hacer la vida de los otros más miserable. De igual forma, podemos tomar la decisión de vivir con dignidad y tratar a los demás con decoro y respeto o verlos de menos y tratarlos vilmente.

La vida no es más que una serie de retos y desafíos. La mejor forma de enfrentarlos es acordándonos de reír aun en los momentos más difíciles. No debemos tomarnos demasiado en serio a nosotros mismos. Todos fuimos niños. No olvidemos, pues, que llevamos un niño dentro y por eso debemos disfrutar la compañía de los niños. Dejemos que los niños gocen la Nochebuena llenos de sueños y risas. Aprendamos de ellos la lección del optimismo frente al futuro. Porque estos días son propicios para dejar a un lado los peligros que nos acechan y abrir las puertas grandes a la esperanza. Deseo para mí lo mismo que ustedes: paz, libertad, prosperidad… Esto requiere de nosotros una claridad de principios y una entrega sin dobleces. Recibamos el Año Nuevo con audacia y con la seguridad de que nuestro optimismo –igual que el de los niños– nunca será defraudado.