Violencia doméstica

ROBERTO BARREDA DE LEÓN por fin está encarcelado y le corresponde ahora al Ministerio Público enderezar la acusación para demostrar que tras la desaparición de Cristina Siekavizza hay un femicidio. Pero más allá de las pesquisas, la sociedad guatemalteca tiene ante sí un caso paradigmático de hasta dónde puede llegar la violencia intrafamiliar y sus secuelas que impactan en dos indefensos niños. Peor aún, cómo se pudo tejer una red dentro de las estructuras de poder para ayudar a escapar a un presunto femicida,

con lo que se asume que la vida de una mujer no vale nada.

EN LA CABEZA ME DA VUELTAS el testimonio que dio un vecino de cómo la noche del 6 de julio del 2011 vio a Cristina Siekavizza salir al balcón de su casa a pedir auxilio porque su esposo la estaba golpeando. Después de esos gritos desgarradores llegó el silencio. El vecino dijo que le dio miedo llamar a la policía, acción que quizá le hubiera salvado la vida a Cristina o permitido que las autoridades encontraran su cadáver en su propia casa. Ahora todo queda en conjeturas, pero ese hecho demuestra cómo la violencia intrafamiliar es asumida socialmente como algo normal dentro del hogar. En esa oportunidad, se vio como un problema de una familia, algo cotidiano que un hombre le pegara a su mujer, y en eso la gente no se mete.

LA VIOLENCIA INTRAFAMILIAR es una construcción social, algo aceptado socialmente porque el macho manda, el macho decide sobre las vidas de los seres más vulnerables como son las mujeres y los niños. Es la regla de una sociedad patriarcal donde la mujer debe ser sumisa. ¿Cuántas personas se alegran ahora por la captura de Barreda y lo señalan de haber hecho un infierno la vida de Cristina, pero obvian que quizá en su casa también incurren en violencia intrafamiliar? Son los llamados sepulcros blanqueados, relucientes por fuera pero llenos de podredumbre por dentro. La aceptación social del poder patriarcal no permite ver que la violencia intrafamiliar asume otras formas de abuso, como maltrato físico o psicológico, humillaciones, control de amistades, censura de opiniones y abuso sexual que buscan consolidar un don de mando dentro de las relaciones familiares.

EN EL PAÍS HAY MUCHAS CRISTINAS que todos los días sufren en silencio el gran pecado de ser mujeres. La semana pasada un hombre estranguló a su esposa en Huehuetenango, y salió a la calle a gritar que lo había hecho porque ella lo engañaba; el victimario se asumía como víctima y por eso el pobrecito lavó su honor. Él se creía dueño de la vida de su esposa. Por ello, creo que la justicia tiene un gran reto tras la captura de Barreda, pero los guatemaltecos también tenemos ante sí la impostergable tarea de combatir la violencia intrafamiliar. Una agresión que ocurre dentro de un hogar no es un problema en lo que no debemos meternos, es algo que nos incumbe a todos. Una denuncia a tiempo bien podría salvar la vida de una mujer o de un niño.

Publicado el 13 de noviembre de 2013 en www.prensalibre.com por Haroldo Shetemul
http://www.prensalibre.com/opinion/Violencia-domestica_0_1028897131.html

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