Mejor eliminarlas

JOSÉ RAÚL GONZÁLEZ MERLO

 

El Gobierno anunció la contro- versial medida de “intervenir” las aduanas del país. Parece que ante la baja recaudación del IVA de importaciones, presumiblemente por un aumento en contrabando, la única idea es transferir la administración a alguien más. Una solución que no solucionará mucho… quizás es momento de pensar en una medida más radical. Por ejemplo: eliminar las aduanas. Desde que yo tengo memoria, las aduanas siempre han sido un gran foco de corrupción. De ahí se originó aquel infame refrán de los aspirantes a funcionarios públicos: “Mejor no me den, pónganme donde hay”. Y donde hay es en las aduanas. Allí se recaudaron cerca de Q13.5 millardos de IVA por importaciones el año pasado y otros Q2.3 millardos en derechos arancelarios. Estamos mejor que antes, ya que el contrabando era aún más atractivo cuando existía una política de protección arancelaria con altos impuestos a la importación. Como ahora el arancel promedio efectivo es menor al 2%, el impuesto relevante que ha quedado es el IVA. Lo cual quiere decir que si eliminamos las aduanas, hay alternativas viables para mantener e inclusive mejorar la recaudación en sustitución de los impuestos al comercio exterior.

La primera ventaja sería que se desincentivaría el crimen asociado con el contrabando que, por definición, busca evadir el pago de impuestos. No deberíamos subestimar los costos ocultos —o no tan ocultos— que pesan sobre la sociedad producto de esa conducta perversa. Lo que preocupa a algunos es que se “caería” la recaudación. Depende. Hoy, el IVA que el importador paga en las aduanas lo recupera cuando vende el producto en el mercado interno. La diferencia entre lo que pagó en la aduana y cobró al consumidor se lo manda al fisco. Si dejase de pagar IVA en la aduana, el tributario no tendría crédito fiscal, sino mandaría todo el IVA cobrado en la venta al fisco. Con la fiscalización adecuada, no se sacrificaría recaudación. Es más, posiblemente aumentaría la recaudación porque la actividad económica se vería estimulada. No subestimen los costos que la corrupción y la ineficiencia logística de las aduanas le imponen a la actividad económica legítima.

En mi opinión, la intervención de las aduanas no será“la solución”. Si el interventor llega a controlar a los intervenidos, ¿quién controla ahora al interventor? La intervención sigue el modelo de alimentar los incentivos perversos del contrabando. Es mejor desaparecer las aduanas como fuente de ingresos fiscales —y corrupción— y trabajar en minimizar el “sacrificio fiscal” mediante una mejor fiscalización del mercado interno. Por ejemplo, verificar que todos los establecimientos que operan en el país lo hagan pagando los impuestos que corresponden.

Sin embargo, lo anterior requiere reconocer que, como dice el refrán, es una locura pretender obtener resultados distintos haciendo las cosas de la misma manera. Si no queremos entenderlo, tampoco dejemos que nos engañen con que la intervención de las aduanas es la solución. Lo menos que debemos esperar del “gobierno del cambio” es, precisamente eso: un cambio.

homoeconomicus@outlook.com

Artículo publicado en el diario guatemalteco Prensa Libre, el día martes 22 de octubre 2013.

 

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