¿Cómo salir de pobres?

Carroll Ríos de Rodríguez

Generar crecimiento económico localmente supera con creces una dependencia servil, pero ¿por qué cuesta tanto cambiar el paradigma? ¿Es artificial la escogencia entre el comercio y las dádivas internacionales?

En este debate, la Organización de las Naciones Unidas es una voz tanto influyente como ambivalente. Cuando en 1992 su Asamblea General dispuso que cada 17 de octubre se celebrara el Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza, el ideal reinante era combatir la indigencia con regalos y transferencias forzadas de riqueza. Este año, la ONU retoma dicha línea, pues para la conmemoración escogió como tema focal la discriminación política hacia los pobres. Apela al sentido de culpa entre primermundistas y a la mentalidad de víctima entre los tercermundistas. Al solicitar transferencias financieras hacia los países más necesitados, parece requerir aportes de unos gobiernos a otros gobiernos. Insinúa que la llave para el éxito está en la arena política y no en el mercado.

En el pasado, no obstante, la misma entidad multinacional reconoció que la única salida es “el crecimiento económico sostenido, sustentado por una productividad creciente y un entorno favorable, incluida la inversión privada y la capacidad empresarial.” (Resolución 63/230 del Segundo Decenio para la Erradicación de la Pobreza)

Una razón por la cual urge romper con el patrón donante-dependiente es que éste entorpece las iniciativas locales. Quienes ayudan poseen buenas intenciones, pero sin pretenderlo matan a pequeñas empresas domésticas, desmotivan la innovación y el emprendimiento, y en ocasiones alimentan la ineficiencia y la corrupción burocrática. Crean relaciones paternalistas. El donante, dueño de los recursos requeridos para el desarrollo, pasa a decidir el futuro el país receptor de la ayuda. El sacerdote Robert Sirico, co-fundador del Instituto Acton, afirma que: “los esfuerzos de todas las instituciones caritativas que hemos visto en el último siglo, no han provocado la salida de la pobreza de los más pobres entre los pobres…sí lo logra la empresa—la aplicación de la inteligencia humana, la acción humana, la voluntad humana, y el ingenio en el ámbito económico.”

Durante miles de años, la humanidad simplemente subsistió; la pobreza es el estado natural del hombre. Los analistas deberían preocuparse por comprender cómo se crea y replica la prosperidad, pues éste es el acontecimiento histórico reciente. La red internacional de asociaciones e individuos, PovertyCure, se plantea este reto. Es decir, busca repensar la pobreza y dar con una compasión productiva. Los fundadores produjeron una recomendable serie audiovisual que estudia a fondo la miseria, a través del testimonio de personas que luchan a diario contra el flagelo.

La dificultad de transitar hacia mejores modelos es una de las preguntas encaradas en el primer episodio. Impacta la franca confesión de Michael Fairbanks, co-fundador de Seven Fund, una organización que invierte en soluciones empresariales para combatir la pobreza. Él recuerda que Nicolás Maquiavelo, el filosofo político renacentista, advirtió que las personas que detentan el poder obstaculizan el cambio cuando les representa pérdidas directas. Ocurre en la industria de la cooperación internacional, según Fairbanks. Y quienes tienen mucho que ganar del cambio no tienen poder, agrega. La maquinaria de la cooperación internacional trabaja para si misma y no para el país supuestamente beneficiado. “Tienes a todos estos consejeros afanados haciendo sus cosas, ostensiblemente trabajando para la gente, pero en realidad, sus amos están en Washington y Tokio y Londres y París,” sentencia Fairbanks.

Fijémonos en los efectos no deseados, de corto y largo plazo, de los programas de ayuda gubernamentales y privados. Y actuemos en consecuencia.

Artículo publicado en la revista guatemalteca ContraPoder, el día viernes 18 de octubre 2013.

 

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