El que la vicepresidenta Baldetti venga y torne argumentando que no puede dar su declaración de probidad porque no hay norma que se lo ordene, es solamente un berrinche de poder, con el que se está retando hasta las apreciaciones que de ella manifestó el Presidente en un momento de entusiasmo. Ahora se impulsa unshow para que se promulgue una Ley de Probidad y Responsabilidad de Empleados Públicos, que les imponga a todos los funcionarios.
Tal iniciativa, que pretende modificar las que ya existen, parece ser solamente un pase político, para negociar en el Congreso, y confundir, lo que debió ser, un requisito obligatorio para cada empleado público que colabora con este Gobierno. La transparencia en las funciones públicas, como obligación parece que se les olvidó implantarla y, ahora, en tiempos de tantas transas, abusos y succiones paralelas, reaccionan con instituir normas que les exijan honradez y transparencia.
Los cercanos al Presidente, que lo desdicen y lo dejan en el limbo, no se han dado cuenta que, ser honrado y cabal, no se aprende por leyes, sino por principios morales y familiares. Una cualidad que debió portar cada cual, cuando los emplearon, y no después poniéndoles marco legal a sus escándalos, de abuso de poder y escamoteo estructurado, como el de su cercana Ministra del Medio Ambiente, y algunos que sobresalen por sus descaradas maneras de pedir porcentajes y comisiones.
La Constitución dice que la Vicepresidenta “Tiene un grado inmediato inferior al del Presidente” y bastaría con saberse su subordinada, no su par; su representante y no su cogobernante; como para no actuar, en algunas situaciones, a contrapelo de lo que el Presidente expresa o decide. En el concreto caso de las frases de apoyo que, expresó el mandatario respecto a “meter las manos al fuego por su honradez”, ella no se inmuta por comprobarlo, sino que con una actitud muy desafiante hacia quienes le piden hacer público su estado patrimonial, se pone reticente, misteriosa y negativa, solamente porque ella así lo decide. No se pone a pensar, siquiera, que es al Presidente de la República a quien está poniendo en entredicho. Se necesitaría saberse muy poderosa, o muy suelta en sus decisiones, –no subordinada– al poder presidencial como para no haber secundado la calificación tan benévola que hizo de su honradez, el Presidente, a medios internacionales.
La Constitución de la República también atribuye a la Vicepresidencia: “Coordinar la labor de los ministros de Estado”, mandato que es competente y claro para que la señora Baldetti cambie su actitud y tome en serio tan importante papel, especialmente, para saberse y ser el ejemplo más directo para que algunos ministros y viceministros no lleguen al poder endeudados y salgan de los cargos: millonarios, dueños de lujosos yates, fincas, palacetes, apartamento en Miami y tradicional mansión de ley en Río Dulce.
Han sido ya cuestionados: el Ministro de Cultura, la ex de Desarrollo; la ex vice de Salud y ahora la del Medio Ambiente. Ese es el drama de Guatemala, no la pobreza. Somos un pueblo pobre, porque existen funcionarios ladrones. ¿Se dará cuenta Baldetti, del trascendente trabajo que debe desempeñar? Pero no se puede calificar de honesta si ella no lo demuestra.
La realidad es que no se entiende su reticencia al no declarar los bienes y dinero que tiene por su trabajo. A nadie honrado le costaría hacerlo. ¿Entonces por qué ella da a entender lo contrario?
Además, a todos los guatemaltecos que buscamos créditos o tarjetas en las instituciones bancarias, nos obligan a confesar nuestro estado patrimonial. Eso que se trata de cantidades que con altos intereses pagamos. Entonces, ella, que maneja fondos ajenos ¿por qué no hacerlo?
Publicado el 11 de octubre de 2013 en www.elperiodico.com.gt por Silvia Tejeda http://www.elperiodico.com.gt/es/20131011/opinion/235966/
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