En el día de la Patria

Arturo Cuyas dice que hay tres amores que son sagrados para el ser humano: El amor a Dios, el amor a la familia y el amor a la Patria. Estos amores se manifiestan, respectivamente, a través de la religión, del cariño y del patriotismo. Cada uno de ellos exige un culto, una devoción.

El patriotismo se traduce en desvelos, trabajos y sacrificios por la grandeza y la defensa de la Patria, y no en bonitas palabras, arengas simbólicas o buenas intenciones. Si bien debemos cantar a la Patria, es más importante que nos atareamos en su servicio, sin esperar nada a cambio.

Luego, son muy válidas y ciertas aquellas palabras que pronunció el presidente de Estados Unidos de América, John F. Kennedy, con motivo de su toma de posesión (20 de enero de 1961): “Compatriotas: pregúntense, no lo que su país puede hacer por ustedes, sino lo que ustedes pueden hacer por su país”.

Cicerón decía: “La Patria tiene derecho a que nuestra alma, nuestro talento y nuestra razón le consagren sus mejores y más nobles facultades”.

En esta etapa de nuestra historia patria nos encontramos en un difícil trance. La sociedad guatemalteca sufre gran tribulación debido a la violencia, a la pobreza extrema, a los desastres naturales y a la inconsecuencia de la clase política. La falta de oportunidades está obligando a sus mejores hijos a emigrar para poder ganar el sustento de sus familias. Otros muchos están muriendo, víctimas de los violentos que han impuesto su derecho o del embate de la naturaleza. Y, asimismo, el bien común no está en la mente de los políticos.

Hay quienes esperan al salvador paternal, que vendrá no solo a aplacar a los violentos, sino también a sacarnos de la pobreza. Sin embargo, bien dice Emanuel Kant que “un gobierno basado en el principio de la benevolencia hacia el pueblo, como el gobierno de un padre hacia los hijos, es decir, un gobierno paternalista (…) es el peor despotismo que se pueda imaginar (…)”.

Los que no toman acción y solamente se quejan no aman a la Patria; por el contrario, su debilidad, su cobardía y su omisión posibilitan o dan pábulo al advenimiento de un tirano que los sojuzgue, los oprima, los expolie y los humille.

En conclusión, la dependencia, la sumisión, la pasividad y el conformismo no son la salida a nuestros males, carencias y sufrimientos, sino la participación activa, enérgica, valiente y entusiasta, así como la lucha por  la autonomía personal y el respeto.

Publicado el 13 de Septiembre 2013 en www.elperiodico.com.gt por Editorial El Periódico

http://www.elperiodico.com.gt/es/20130913/opinion/234385/

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