Patriotismo de lucha, por favor

Cada vez estoy más convencida de que los guatemaltecos debemos hacer una revisión de lo que entendemos por patriotismo. Da la casualidad de que inicia septiembre y todos corren a comprar sus banderitas y copias del Himno Nacional. En los colegios, extienden los horarios para que los jovencitos intensifiquen los ensayos para salir a desfilar el 15.

Para mí, gestos como los anteriores no pasan de ser emociones pasajeras. Siempre he creído que el verdadero civismo y el amor por la patria se demuestran de otras formas: en ayudar a la anciana a cruzar, en no tirar basura en las calles, en no bocinar neuróticamente al conductor de adelante, en cuidar las áreas verdes de nuestras colonias, etc. Esos pequeños gestos son mucho más importantes que llevar una bandera pegada en un vidrio o en pasar toda una mañana tocando un redoblante. Claro, está bien recurrir a esas demostraciones de afecto, pero nuestra sociedad necesita mucho más que eso.

Por ejemplo, siempre me he preguntado por qué los colegios, en lugar de hacer gastar a los padres en los costosos uniformes de las bandas, no hacen colectas para pintar escuelas, hacer donativos en especie a los asilos, o algún trabajo comunitario en los que los muchachos conozcan de cerca la realidad de este país y contribuyan a cambiarla. La emancipación debe ser sinónimo de paz, de obra, de acercamiento a la gente que necesita una mano.

Tampoco entiendo por qué hablamos de independencia, cuando todavía somos esclavos del hambre, de la desigualdad y de la violencia, por mencionar solo algunos de nuestros problemas. Hace falta mucho por hacer para que digamos con toda propiedad que somos realmente libres. Tenemos todavía que alcanzar una independencia real, justa, equitativa.

Sin duda alguna, el cronista de la ciudad Miguel Alfredo Álvarez tiene toda la razón cuando afirma: “El patriotismo es identificarse en el país con sus luchas, con la realidad de la nación, con los problemas que concentran y sobre todo buscar las soluciones de forma conjunta. Es decir,  la participación. No solo usar los colores de la bandera y salir a marchar a pesar de ser una costumbre atractiva”.