La seguridad está más allá de los policías y los soldados

Analistas consideran un fracaso la estrategia del Gobierno que aumentó la presencia de policías y soldados en la calle para mejorar la seguridad. ¿Por qué? Creen que la situación exige planes integrales y plantean una iniciativa que promueve que las políticas públicas para reducir la violencia se enfoquen en derechos humanos y paz, y que se desarrollen de acuerdo al contexto de las localidades.

“Construir paz y promover la paz es mucho más que simplemente evitar la violencia, la construcción de paz se basa en una visión de la transformación de las relaciones, de las estructuras sociales, y de las formas de comprenderse y actuar en su conjunto social”, indica Iván Monzón, representante de American Friends Service Committee, en su libro “Inseguridad Urbana y transformación de conflictos: Rumbo hacia un nuevo paradigma”.

Según Monzón, la inseguridad ciudadana urbana es justamente uno de los elementos más sensibles del presente siglo, donde las tensiones sociales tienen un impacto directo: muertes violentas por armas de fuego, secuestro, robos y asaltos, suicidios, entre otros.

“Frente a esta problemática, las medidas de represión son inoperantes y la acción de los sistemas de justicia son insuficientes para poder generar un clima de seguridad y confianza ciudadanas, lo que ha obligado a la búsqueda de nuevos paradigmas que vayan más allá de las tradicionales doctrinas de gobernabilidad, prevención del crimen y seguridad pública”, indica en el libro.

Esta teoría termina con la idea de que la presencia policial por sí misma va a acabar con la inseguridad y  más aún, que la militarización de las calles es sinónimo de paz para la ciudadanía.

Es en ese sentido que con la entidad mencionada promueven un trabajo de construcción de paz orientado a considerar la complejidad de factores que intervienen en el cambio social.

“Se ha dicho mucho que la represión genera más violencia, y se ha dicho mucho que hay que desarrollar alternativas para promover la seguridad ciudadana de una manera más democrática, participativa y al mismo tiempo más responsable hacia la integridad y dignidad de los ciudadanos y ciudadanas, pero hay una gran brecha en el “cómo” (lograrlo). No hay en realidad nada escrito en piedra acerca de cómo construir políticas que sean más eficientes para la reducción de la violencia e inseguridad urbana”, dijo en una entrevista con La Hora.

Monzón señaló que los aprendizajes en América Latina hasta el momento son que las políticas deben ser integrales, tienen que incorporar la participación de los ciudadanos, y deben estar basadas en un proceso de diálogo con la comunidad y en un principio de fomento de la convivencia.

Esa es la línea, explicó, que busca desarrollar un primer espacio de formación de funcionarios públicos y personas que trabajan en políticas públicas para construir instrumentos en esa dirección.

“Eso no es algo que se inventó ayer, si no es producto de más de cinco años de desarrollo de proyectos pilotos en América Latina; uno de ellos fue hecho en Guatemala en alianza con la Asociación Grupo Ceiba, otro desarrollado en la ciudad de Puerto Príncipe en Haití, y otra iniciativa en Colombia y en la ciudad de México”, resaltó.

Según explicó, esos proyectos arrojaron lecciones aprendidas y sobre ellas están basando políticas que no solo tienen enfoque en derechos humanos sino también de paz. “La figura que manejamos es que si se pone una palanca y se trata de mover un objeto desde cerca del punto de apoyo, el esfuerzo y desgaste es mayor. Es lo que pasa cuando uno trata de hacer una política para reducir violencia”, manifestó.

El entrevistado agregó: “Si lo tomamos desde un punto de apoyo lejano, que es el caso de trabajar con un enfoque de paz, el esfuerzo está distribuido, la gente se involucra más, el desgaste es menor para la ciudadanía y el esfuerzo a largo plazo es mucho más satisfactorio”.

“Estamos tratando de darle el enfoque no solamente de reducir violencia por reducir violencia, sino de promover algo que sustituya la violencia, que es el tema de la cultura de paz a nivel de barrio e instituciones públicas”, acotó.

PROYECTO EN GUATEMALA

Según Monzón, el proyecto piloto más grande que se ha desarrollado en ese sentido, es el de Guatemala, que consistió en desarrollar redes locales de ciudadanos trabajando por la paz, de desarrollar procesos de resolución de conflictos a nivel de barrio.

“Actualmente hay ocho comunidades donde se está implementando la metodología y básicamente se trata de trabajo con jóvenes, pero también se involucran otros actores del barrio”, explicó.

Se ha trabajado en localidades como El Limón y Santa Faz, así como diferentes comunidades en El Mezquital y de acuerdo con Monzón, y se ha logrado articular una buena participación ciudadana en temas con un enfoque positivo, de convivencia cotidiana.

“La forma como se construyen las políticas públicas no puede ser con un enfoque de paz a dedo, tiene que ser producto de un proceso de dialogo con diferentes actores sociales, que tome como referencia los derechos humanos en el sentido más amplio, en el sentido de la promoción de condiciones de vida para la comunidad”, apuntó.

Monzón también agregó que las autoridades deben tener en cuenta las características del territorio, porque puede funcionar en un lugar y no en otro, dependiendo de las raíces de sus conflictos, de los actores que están jugando un papel relevante.

PAZ Y DERECHOS HUMANOS

La semana pasada American Friends Service Committee realizó un diplomado en el país sobre trata, sobre violencia urbana y seguridad, fundamentalmente orientado en cómo entender el problema para crear políticas públicas que lo aborden desde el punto de vista anteriormente expuesto: Derechos humanos y paz.

Martín Garate, director interino de dicha entidad, señaló que es importante la discusión que las políticas públicas estén basadas en los derechos fundamentales, civiles, políticos, sociales, económicos y culturales de las personas, que vayan a favor de superar la violencia urbana.

“Hoy día las políticas públicas en nuestros países palian algunos problemas, pero no parten de los derechos fundamentales. Éstas no pueden estar basadas solamente en el control y en la represión, está más que demostrado en toda América Latina que ni el control ni la represión terminan con la violencia en los sectores; políticas públicas basadas solamente en eso van a fracasar”, consideró.

El director de la organización señaló que la mayoría de candidatos presidenciales en Latinoamérica tienen como discurso mayor seguridad, contar con más policías, más controles en las calles, penas más fuertes, más cárceles, sin embargo, desde su perspectiva nada de esto ha logrado bajar los niveles de violencia, “al contrario, vamos en continuo aumento”, sentenció.

“No quiere decir que no tiene que haber policía ni control ni castigo de crímenes, pero eso no resuelve el problema. Las políticas públicas tienen que estar basadas en derechos humanos, en cuestionarse de donde surge la violencia urbana. El trabajo, la vivienda precaria, la salud son situaciones que van generando violencia”, analizó.

Garate fue cuestionado sobre la percepción de los países azotados de violencia en relación a programas de prevención que busquen crear paz y convivencias pacíficas y anotó que uno de los grandes problemas de la sociedad de hoy en día “es que hemos pasado de una posibilidad de esperanza a desesperanza, donde la gente cada día se siente más insegura”.

“Lo fundamental es no perder la esperanza y creer que podemos ir transformando la situación; cada día las personas se sienten más inseguras, más incapaces de salir de su casa, más se encierran, hay menos espacio para compartir  ciudadanía, pero es peor perder la esperanza”, expresó.

También que es un desafío en general para todos los gobiernos de Latinoamérica, a que desarrollen políticas públicas que sean justas, equitativas, participativas y que tomen en cuenta el presupuesto, y los recursos para hacer que llegue el objetivo a la gente, y ver cuáles son las prioridades y como lograrlo.

“Las políticas públicas desarrolladas con los derechos humanos son poesía. Que haya poesía y la ponemos en prosa y la hacemos a través de diferentes elementos e indicadores para que esa decisión refleje los derechos y tenga una visión de paz y que sea mucho más eficaz que la que hoy en día tenemos”, exteriorizó.

RECONOCER LA DIVERSIDAD

El director de American Friends Service Committee explicó que el derecho humano a la vida significa el derecho a reconocer la diversidad y tener políticas públicas adaptables a complejidad.

“No se puede tener una política pública igual en sectores indígenas, si tienes una política de educación donde no contemplas el idioma indígena no estás reconociendo el derecho fundamental a la vida dentro de su propia identidad”, enfatizó.

En ese sentido habló acerca de desarrollar estrategias que contemplen los derechos integrales, “un derecho se refuerza con el otro”, “las políticas públicas se hacen desde gente que muchas veces no tiene el conocimiento de lo que pasa en los lugares”.

FRACASÓ

Helen Mack, de Fundación Mirna Mack, explicó que para desarrollar estrategias en materia de seguridad deben tomarse en cuenta los índices de criminalidad de cada región y si analizar después si las acciones que se están haciendo contribuyen a disminuir la violencia o no.

“Si la estrategia que se implementó no está dando resultados, entonces debe cambiarse. Después de 18 meses aquí se vio que la estrategia que ellos (el Gobierno) querían implementar no dio resultado. Es demasiado necio y demasiado terco querer insistir”, consideró.

De acuerdo con Mack, otro de los elementos que deben analizarse en este tema es la importancia de establecer coordinaciones interinstitucionales para prevenir la violencia y el delito, así como ir verificando si efectivamente las entidades involucradas están cumpliendo con su papel.

También precisó que las decisiones deben tomarse considerando el contexto de cada lugar, porque “quienes generan la violencia son precisamente los que viven en esa colonia”, ejemplificó.

“Por eso han fracasado las juntas locales y de seguridad porque después viene el gobierno y los deja solos; entonces ellos empiezan a implementar las medidas sin saber entender y es allí donde empiezan a cometer los delitos”, indicó.

Por último Mack señaló que según las estadísticas ya se demostró que la presencia y ocupación estilo militar fracasó, “en lugar de disminuir, porque la tendencia era la baja, lo que hizo fue incrementar y eso es más que evidente”.

PREVENCIÓN

Elenora Muralles, presidenta de Familiares y Amigos contra la Delincuencia y el Secuestro (Fads), consideró que en cuanto al diseño de la política en el tema de seguridad no se sabe con claridad por qué línea va el Gobierno.

“Han faltado planes integrales, donde no se tome en cuenta solo el aspecto represivo, sino todo lo demás. Hemos insistido mucho en que hace falta en Guatemala una política de prevención, que no tendrá un logro a corto plazo pero se conseguiría una consecución de una paz, porque necesitamos prevenir la enfermedad y no atacarlas”, expresó.

Según la analista el tema de prevención tiene mucho que ver con el tema de derechos humanos, ya que no se trata de cazar a los delincuentes sino de evitar que la juventud ingrese a las pandillas.

“Que la juventud se meta (participe) porque no tiene trabajo, porque no tiene recursos para satisfacer sus necesidades y empiece a robar, y luego se va escalando hasta que llegue a integrarse en las bandas del crimen organizado”, concluyó.

Se intentó la postura de Arkel Benítez, viceministro de Prevención de la Violencia y el Delito del Ministerio de Gobernación, así como del titular de la cartera Mauricio López Bonilla, para entender los aspectos que son considerados al desarrollar políticas públicas en seguridad, pero no fue posible establecer comunicación durante más de una semana.

Publicado en lahora.com.gt por Jody García
http://www.lahora.com.gt/index.php/nacional/guatemala/reportajes-y-entrevistas/182268-la-seguridad-esta-mas-alla-de-los-policias-y-los-soldados

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