Son demasiadas las razones de la oposición y todas se relacionan con la opacidad del tema, acerca de lo que no se sabe, es decir la cantidad exacta, el empleo del dinero, la justificación de pagar deudas contraídas de manera ilegal, gracias a transacciones hechas bajo la mesa por funcionarios de otros gobiernos. Además, la forma de emplear parte de esa multimillonaria suma en otro tipo de obras, muchas relacionadas con la construcción de infraestructura, precisamente el campo de acción de un ministro que desde el principio del gobierno ha sido visto como el delfín presidencial, aunque no necesariamente sea el escogido vicepresidencial.
La gota que ha derramado el vaso la constituye la burda acción dentro del Congreso, donde poca duda cabe de que un grupo de diputados formarán una bancada, casi una bandada, supuestamente independiente que servirá de bisagra para el logro de votaciones ilegales o inconvenientes, y que no pueda ser atribuida a los partidos mayoritarios, Patriota y Líder, cuyas máximas autoridades estarían al tanto del tema.
Pocas veces en la historia política reciente del país había habido una oposición tan abierta. El Gobierno ha dado muestras de desesperación al recurrir incluso a presiones indebidas para pagar asignaciones estatales que son obligatorias, como es el caso de la Universidad de San Carlos, por ejemplo. Las cifras tienen una magnitud tal que las reacciones negativas son numerosas y variadas. Poco a poco han permeado en la ciudadanía los efectos de la corrupción de hace muchos años. La conciencia despierta, tarde o temprano.
La decisión del presidente es fundamental, sobre todo para él. El desprestigio se ha mantenido del nivel vicepresidencial hasta otros funcionarios de menor jerarquía. Pero la ya mencionada insistencia personal del mandatario constituye un camino resbaloso y además lleno de agujeros. También es un grave riesgo desde la perspectiva del futuro político con vistas a las siguientes elecciones, que se encuentran a dos años de distancia, lo que significa solo uno, porque el otro se sumerge en el fangal implícito en las campañas políticas.
En un sistema de presidencia casi imperial, como el de Guatemala, la voluntad del mandatario es fundamental para que las cosas ocurran o se detengan. Por eso la decisión debe ser personal, alejada de quienes le aconsejan festinarse en ascender la escalinata de un cadalso político. Ya otras veces ha sabido dar marcha atrás y ahora debe repetir tal muestra de habilidad al admitir una equivocación para obtener un logro que debe ser buscado de otra manera.
Publicado el 12 de Agosto 2013 en www.prensalibre.com por Editorial Prensa Libre http://www.prensalibre.com/opinion/Dificil-disyuntiva-presidente-Perez_0_973102692.html
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