Modificarán programa de fertilizantes
El titular de la cartera de Agricultura, Elmer López, confirmó que se reducirá el programa de fertilizantes en 300 mil beneficiarios. Esto debido a que la asignación de recursos fue menor este año. El funcionario aseguró que se realizó un estudio para determinar quiénes no recibirán este producto; agregó que también se planificará cambiar el actual programa por otro denominado Agricultura Familiar.
“Una ley no puede cambiarle la mentalidad a quien está acostumbrado a sembrar maíz y frijol”.
¿Qué enfoque contempla para su gestión?
– El año pasado se trabajó intensamente en impulsar el desarrollo rural integral. El equipo que integró el ex comisionado Adrián Zapata, del cual fui parte, determinó que a la agricultura debía dársele un enfoque distinto. Esta actividad seguirá siendo fundamental para el país y es preciso apoyar la economía campesina. Se proponía generar institucionalidad con base en esa visión, pero al no aprobarse la Iniciativa 40-84 todo se estancó. El camino hacia lo que se pretendía es oscuro.
Sin embargo, ¿puede impulsarse el desarrollo rural sin esa ley?
– Sí. Nos concentramos en lo que podemos hacer sin la ley. El primer paso es darle a la cartera una dirección que no ha tenido en años y explicar el porqué esta ha estado sujeta a manipulaciones políticas de todo tipo. El ingeniero (Efraín) Medina quiso darle un rumbo, pero no cuajó.
¿Era el rumbo adecuado?
– Yo, honestamente, nunca lo entendí. La propuesta hoy es trabajar sobre tres ejes. El primero es fortalecer la economía campesina.
El término ha generado rechazo en el sector privado organizado. ¿Cómo enfrentarlo?
– La economía campesina debe entenderse como agricultura familiar. La semana pasada me reuní con representantes de gremios que integran la Cámara del Agro, quienes, después de escucharme, me aseguraron estar de acuerdo con el enfoque que les presenté. El sujeto priorizado es el agricultor, que por lo general vive en laderas y está perdiendo sus dos insumos fundamentales –suelo y agua. No saben cómo conservarlos porque el Ministerio no les apoya. Nadie quiere que Guatemala sea otra Haití.
¿A qué se refiere?
– Su paisaje se parece a la Luna. Trabajé en ese país y fui testigo de cuánto se ha degradado. No hay nada. Por eso es indispensable proteger los factores productivos de Guatemala.
¿Qué puede hacer el Ministerio de Agricultura?
– Lo primero, enfrentar un problema perverso. Me refiero al programa de fertilizantes. En los últimos 12 años la principal función de esta cartera ha sido comprarlos y entregarlos. Se ha desnaturalizado a la entidad. Por otra parte, el campesino cree que es milagroso y no es así.
El caso del frijol, señalado por expertos, parece ser emblemático.
– El fertilizante, como se aplica hoy, anula la capacidad natural del frijol para generar nitrógeno. Por eso disminuyó su productividad. Pero no puede prescindirse del fertilizante en otros cultivos por las deplorables condiciones en las que se encuentra el suelo.
A la entrega de fertilizantes se le considera fuente de corrupción.
– Sí, pero el Fondo Nacional de Desarrollo (Fonades), encargado de comprar y distribuir el fertilizante, quiere hacer bien las cosas. El Presidente y la Vicepresidenta piden transparentar los procesos y depositaron su confianza en mí para lograrlo. Hasta ahora todos los gobiernos han manejado este programa con miedo. Los ministros son objeto de presiones políticas, sociales y clientelares. Para evitar lo anterior, la entrega de fertilizantes se institucionalizará. Será ahora un programa de agricultura familiar que elimina las juntas receptoras que operaron el año pasado.
Un estudio de Asies, efectuado en 2012, indica que otra deficiencia del programa es que no está acompañado de políticas integrales de apoyo.
– Estoy de acuerdo. Todo se limita a entregar fertilizantes: ese es el primer elemento del círculo perverso. Debe proporcionarse asistencia técnica para emplear de mejor manera el suelo y el agua. Además, entregar insumos como semillas, y establecer sistemas de riego.
¿Pretende su cartera darle impulso al riego?
– La meta es duplicar, en cinco años, la cantidad de área de riego en sitios dedicados a la agricultura familiar. Hoy constituyen 50 mil hectáreas. Estos datos no incluyen a la Costa Sur, en donde se cultiva azúcar, palma y banano, porque tiene una dinámica propia.
¿Cuánto puede costar este esfuerzo?
– Alrededor de US$380 millones, cuyos réditos son a 60 años plazo. He estado en contacto con instituciones financieras internacionales y lo consideran viable. El impacto del riego será enorme y va en la línea de visualizar al campesino como un potencial generador de riqueza.
¿Es preciso que, para ello, diversifique su cultivo?
– Sí, como parte de un proceso. Una ley no puede cambiarle la mentalidad a quien está acostumbrado a sembrar maíz y frijol. Debemos motivarle a hacerlo; incluso, mantener el cultivo de granos básicos. El trabajo de los especialistas en extensión, que son tres por municipio, se orientará en esa vía. Y como el fertilizante no se entregará solo sino acompañado de insumos, se marcará una diferencia sustancial con el pasado.
¿Existen recursos para otorgar estos insumos?
– No contamos con suficientes. El techo presupuestario para fertilizantes es Q401 millones, pero se buscan fuentes dentro de la cartera para financiar pequeños sistemas de riego y comprar semillas adecuadas para cada región. En el Corredor Seco queremos otorgarles una semilla de frijol que resista mejor la sequía.
¿En cuánto tiempo podría esperarse un cambio en las condiciones de vida de estos campesinos?
– En la próxima cosecha, la que se sembrará en mayo y se recolectará en septiembre u octubre. El plan “A” es que el programa de fertilizantes vaya en regla y se entregue en abril. El plan “B” contempla que se presenten los habituales recursos legales. Pero el equipo de trabajo tiene que enfocarse en los demás programas, como el de riego.
Un economista de The Growth Dialogue aseguró en este medio que Guatemala tiene posibilidades de desarrollarse si produce alimentos con valor agregado. ¿Comparte ese criterio?
– El país debe transitar en esa vía. Por ello la importancia del riego, porque la persona podrá duplicar su producción e incursionar en el mercado en cualquier momento, no solo cuando la lluvia lo diga. Yo nací en Chuscaj, Chiantla, una aldea con sistemas de riego. Sembrábamos ajo además de maíz y frijol. En mi comunidad siempre hubo dinero, pero era la excepción y no la regla. Tecnificar el campo es una necesidad. Guatemala puede convertirse en una potencia agrícola a pesar de ser un país pequeño.
¿Qué puede hacerse, además de institucionalizar la entrega de fertilizantes o dotar de sistemas de riego, para mejorar la capacidad productiva de Guatemala?
– En el país hay alrededor de 1.3 millones de familias rurales. De ellas, el 12 por ciento está involucrado con agricultura comercial: más o menos 150 mil familias. Son muy pocas, porque no se han desarrollado políticas públicas claras para brindarles apoyo. Para cambiar esa situación se fortalecerá el Viceministerio de Sanidad de Normas y Regulaciones.
¿Por qué ese Viceministerio
– Porque para poder incursionar en la agricultura comercial es preciso cumplir con las normas y regulaciones que impone el mercado mundial, y los productores emergentes necesitan apoyo técnico. Hoy el Viceministerio no da la talla. Creo que en cinco años, desarrollando políticas claras, podrá elevarse de 12 a 20 por ciento el número de familias inmersas en agricultura comercial.
¿Cómo apoyarlas para que puedan lograrlo?
– Existen países expertos que pueden ayudarnos y tienen interés en hacerlo, y podrían darnos financiamiento para proyectos específicos. La meta es desarrollar agricultura de precisión, capaz de enfrentar el cambio climático y los vaivenes del mercado. Es preciso contar con invernaderos, con macro y micro túneles, y dotar de apoyo directo.
¿Habla de subsidios?
– Sí, estamos analizándolo. Estados Unidos subsidia su agricultura. Para alcanzar niveles de sostenibilidad se necesita apoyo de toda índole. Pero estos serían escalonados hasta que el productor desarrolle sus capacidades y no los necesite más.
¿Se contempla propiciar mayor inversión del sector privado?
– Cuando presenté los proyectos relacionados con riego, un representante de las cámaras me dijo que les gusta el esquema porque es una oportunidad de generar alianzas público-privadas. El Estado no puede cargar con todo. También es importante tomar en cuenta a las cooperativas, que promueven el desarrollo de la economía emergente. Su dinámica de sustentabilidad es fuerte. No entiendo el porqué no se les apoya. El Ministerio de Agricultura puede hacerlo. El campo se abandonó durante décadas: los altos índices de desnutrición no son obra de Dios, sino reflejo de este descuido.
¿Qué instituciones deben fortalecerse, según usted?
– Las vinculadas con el tema agrario. Me refiero a la Secretaría de Asuntos Agrarios, de la que fui titular en 2012, y el Fontierras. Su ámbito de acción conjunto es muy débil. El Fontierras depende de un consejo autónomo que toma sus propias decisiones, las cuales no necesariamente empatan con las políticas de Estado. Lo viví en carne propia.
¿Qué hacer con el Fontierras?
– Considero que debe ser modificado. Pero no es una tarea que me compete, y el planteamiento del Ejecutivo no va por esta línea. Lo que se pretende es fortalecer sus vínculos con la Secretaría de Asuntos Agrarios. Mi propuesta es convertir esta última en un Viceministerio. Así se genera un puente que no existe.
¿Qué cambiaría?
– El año pasado, desde la Secretaría, se administraron los 1,300 conflictos agrarios identificados. Las partes confiaron, gracias a la mediación, en que podían obtenerse resultados. Algunas disputas se solucionaron. En otras se buscaron mecanismos para negociar. Todo porque se conformaron equipos técnicos sensibilizados en el tema. No obstante, el campo de acción es limitado. En muchos casos, la solución es comprar tierra y eso puede complicarse.
¿Es viable que la propuesta se ejecute?
– El Presidente ve la iniciativa con buenos ojos y podría concretarse este año. Para ello es importante obtener apoyo político, pero estoy convencido de que el planteamiento es bueno. Se podrían solucionar muchos conflictos agrarios si un Viceministerio de Asuntos Agrícolas tiene mayor injerencia sobre las decisiones que toma el Fontierras.
Ministro Elmer López titular de la cartera de Agricultura, lea la entrevista en http://www.elperiodico.com.
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