JORGE JACOBS A
El presidente Otto Pérez Molina declaró hace unos días que en Guatemala “tenemos el peor sistema”. El presidente tiene razón, aunque no por las razones que esgrime. Él argumenta que los pobres gobernantes solo pueden ejercer el poder durante míseros cuatro años, no como en otros países, que tienen cinco y hasta seis, y además están limitados a un solo período debido a la prohibición existente a la reelección. Yo también considero que tenemos el peor sistema, pero por muy distintas razones. Que los presidentes no se puedan reelegir
ni estar mucho tiempo en el poder, lejos de ser un defecto, considero que es una de las mejores normas que tiene nuestra Constitución. Que los constituyentes lo establecieran como uno de los artículos “pétreos” de la misma —que no se pueden cambiar fácilmente— me parece uno de sus principales aciertos.
Los políticos siempre van a buscar la forma de aferrarse al poder, de preferencia ad eternum. La experiencia latinoamericana —ni siquiera de antaño, sino la actual— nos da una gran enseñanza a este respecto. Lo primero que han hecho esos politiqueros es cambiar la Constitución para poderse reelegir. Los que no lo han logrado, se las han ingeniado para crear la “reelección matrimonial” —como se le ha llamado— para alternarse en el poder con sus cónyuges. El ejemplo más reciente, que esperamos no prospere, es el del panameño Martinelli, quien puso a su esposa de candidata vicepresidencial, a pesar de estar prohibido constitucionalmente.
Como hemos visto, la reelección se utiliza para afianzarse en el poder. Luego aprovechan esa posición para ir reduciendo cada vez más las limitaciones al poder, llevando el sistema poco a poco hacia un totalitarismo. Al final, los gobernantes concentran todo el poder y los ciudadanos quedan en la condición de súbditos, sin voz, sin voto ni derechos.
Hay que entender que la alternabilidad en el ejercicio del poder es una de las pocas garantías que nos van quedando a los ciudadanos para reducir el abuso del poder de parte de los mandatarios. Ya ni siquiera podemos confiar en la separación de poderes. Por ejemplo, en la presente administración, cuando al Ejecutivo le interesa que se apruebe alguna ley en el Congreso la pasan de “urgencia nacional”, en una sola lectura y sin que los diputados se molesten siquiera en darle una ojeada a aquello que aprueban irresponsablemente.
La pregunta del millón es ¿para qué se quieren quedar más tiempo? Ellos dicen que para realizar sus planes. La experiencia nos indica que sería para concentrar más el poder y eternizarse en él, así como para aprovecharse más tiempo del dinero de los tributarios para acumular mayores fortunas a sus expensas. Para eso, mientras menos tiempo estén y menos oportunidades tengan de robar, mejor.
¿Y el sistema? En efecto, el sistema bajo el cual vivimos actualmente, el de Estado benefactor/mercantilista democrático, es el peor en el que podríamos vivir. Lo que necesitamos es un cambio en el sistema que nos acerque más a una verdadera República, bajo un Estado de Derecho. Mientras no se haga ese cambio continuaremos teniendo a los peores gobernando y robándose los recursos de los ciudadanos.
Publicado el 24 de abril de 2014 en www.prensalibre.com http://www.prensalibre.com/opinion/peor-sistema_0_1126087397.html
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