Ayer, en un nuevo hecho de sangre, dos jóvenes mujeres que viajaban como pasajeras en una unidad del transporte extraurbano que cubre la ruta entre Guatemala y Antigua atacaron a balazos al piloto del autobús, quien murió a su ingreso en un centro hospitalario, sin que las autoridades tengan la menor pista de ellas y su cómplice, que las esperaba a bordo de un taxi, suceso que, según denunció posteriormente un familiar de la víctima, era algo que no esperaban, debido a que pagaban Q2 mil semanales por extorsión.
Ese hecho no hace más que recordar a las autoridades que el compromiso de campaña sigue pendiente, ya que encabezamos el grupo de naciones más violentas, donde las tasas de homicidios resultan inconcebibles porque presentan características propias de un país en guerra, según datos del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), que registra 70 muertes por cada cien mil habitantes, mientras que en un país en guerra ese promedio es de 80 por cada cien mil habitantes.
También destacan los expertos del PNUD que Guatemala presenta el mayor indicador de decesos violentos de jóvenes, pues las estadísticas revelan que es el grupo más vulnerable, con un promedio de 170 muertes por cada cien mil habitantes, lo cual evidencia que este sector poblacional se lleva la peor parte en la violencia homicida, pues en promedio los países del triángulo norte de Centroamérica registran casi 40 homicidios por cada cien mil habitantes, datos propios de territorios sumidos en conflictos bélicos.
El combate de la violencia en Guatemala sigue siendo precario, y si bien es cierto que está entre las prioridades de los gobernantes, se debe trabajar en alcanzar con mayor efectividad esos objetivos, ya que la dependencia encargada de garantizar la seguridad de la población es la cuarta con mayor presupuesto, lo cual implica que si esos millonarios recursos no se utilizan con efectividad, todos pagaremos, porque está demostrado, además, que las implicaciones de la violencia tienen costos desproporcionados para cualquier sistema de salud.
Hay que tomar en cuenta que cuando se habla de las edades promedio de las víctimas también implica que se está matando al segmento mayoritario en edad productiva, y tampoco hay que soslayar que la violencia es la expresión de problemas subyacentes en países con altos indicadores de pobreza y de corrupción, sobre lo que es obligado insistir, porque cuando se habla de presupuestos millonarios lo menos que se debe exigir es calidad, eficiencia y transparencia en el gasto, demanda que se acrecienta a raíz de las últimas compras y adquisiciones sin licitar.
Publicado el 25 de octubre de 2013 en www.prensalibre.com por Editorial Prensa Libre http://www.prensalibre.com/opinion/Nefasto-impacto-violencia_0_1017498264.html
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