Las élites circulan y los liderazgos se polarizan.
En toda sociedad pocos individuos adquieren el status de élite a través del talento, riqueza, sabiduría o liderazgo. Estas personas poseen autoridad natural, y sus opiniones disfrutan de amplio respeto entre la población. La anterior definición de Hans Hoppe desmitifica algunas percepciones creadas. La riqueza no es la característica exclusiva que determina la integración de las élites, tampoco el acceso al poder político. Vilfredo Pareto, otro clásico, profundiza la discusión al segregar a las élites en dos grupos: una élite gobernante, compuesta por individuos que directa o indirectamente participan del gobierno; y la no-gobernante, integrada por liderazgos sin acceso al poder. La clave es la capacidad de influir en la forma de pensar o actuar de sus pares ciudadanos.
En Guatemala, los cinco individuos más influyentes son Ricardo Arjona, Cash Luna, Joviel Acevedo, Álvaro Arzú y Manuel Baldizón. Esa es la conclusión de un estudio de Propuesta Urbana y Guatemala Próspera, cuyo objetivo era identificar a los referentes morales y a la base de liderazgo de la sociedad. Posteriormente, se identifica como líderes nacionales a Álvaro Ramazzini, Daniel Pascual, Roxana Baldetti, Sandra Torres, Nineth Montenegro, Erick Barrondo, Norma Cruz y Dionisio Gutiérrez.
Los resultados son reveladores, pues denotan el carácter de nuestras élites. De los 13 nombres identificados, quizá solo en Arjona y Barrondo converge una opinión favorable de la mayoría de la población, y ambos son referentes por sus logros artísticos y deportivos no por un rol social o político. Entre los restantes, en los que destacan dirigentes políticos, sociales y empresariales, la mayoría son líderes polarizantes: o se les admira o se les adversa.
También resalta la circulación de los liderazgos no-gobernantes. Luna, Acevedo, Pascual y Cruz provienen de sectores emergentes (Iglesia Evangélica, sindicato, campesinado, organizaciones sociales). Mientras que los actores tradicionales (Iglesia Católica, Ejército y empresariado), solo tienen dos referentes en la lista, y en el caso del prelado, éste proveniente de la rama más progresista de la Iglesia.
El último rasgo es la ausencia de una reserva moral. Seguramente muchos descalificaron a algunos nombres del listado. ¿A cuántos de ellos considera líderes negativos? ¿A cuáles no identifica como élite? Haga un ejercicio. Piense en un personaje, referente de liderazgo y que no sea rechazado por parte de otros segmentos de la sociedad. Difícil, verdad. Cuando una sociedad carece de un conjunto de individuos universalmente admirados, se pierde el rumbo y la capacidad de construir nación.
Publicado el 17 de Septiembre 2013 en www.elperiodico.com.gt por Phillip Chicola http://www.elperiodico.com.gt/es/20130917/opinion/234563/
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