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Publicado por elPeriódico el 07 de semtiembre 2016

http://elperiodico.com.gt/2016/09/07/opinion/que-pasa-con-la-ley-electoral/


Estoy convencido de que la reforma de la LEPP es la madre de las reformas del sistema político.

A la fecha ya han transcurrido 251 días del año 2016 y, aunque el Presidente de la República presentó un nuevo proyecto de reformas, aún no se vislumbra un cronograma para el conocimiento y aprobación de la Ley Electoral y de Partidos Políticos –LEPP–, que deberá regir las elecciones generales de 2019.

Una nueva LEPP es condición indispensable para que los guatemaltecos construyamos un sistema político democrático y representativo, en el que los ciudadanos ejerzamos nuestros derechos de libre participación en el seno de los partidos políticos, y de elegir y ser electos al interno de los partidos y como candidatos de elección popular, para lo cual deben corregirse los preceptos de la actual Ley que privilegian las decisiones autoritarias dispuestas por sí y ante sí por un pequeño grupo de dirigentes de los partidos políticos, sus financistas y otros adláteres, con intereses ajenos a los de la nación, sin tener en cuenta ni a los afiliados, ni a otros niveles organizacionales partidarios menores, ni el sentir general del electorado.

Nuestro fallido sistema político electoral, es consecuencia de que la LEPP no establece condiciones para que los dirigentes políticos y representantes ejerzan fielmente el mandato del poder soberano que reside en el pueblo. Para muestra, basta la facultad de designar listas de candidatos en distritos en los que el partido no cuenta con organización, lo que da lugar a la práctica generalizada de compra-venta de posiciones “seguras” en favor de personajes dispuestos a pagar el precio y, por supuesto, a recuperarlo una vez son elegidos, ya sea por propio interés del electo, o por la defensa y procuración de los intereses de quienes han hecho posible su candidatura; sin desestimar que las listas en todos los distritos se deciden con influencia determinante de ese pequeño grupo, independientemente de las preferencias de los afiliados. Nada más ajeno a la elección de verdaderos representantes distritales que velen por los legítimos intereses de los electores y nada más cercano a lo que podría denominarse como caldo de cultivo de la corrupción.

Estoy convencido de que la reforma de la LEPP es la madre de las reformas del sistema político, pues no hay que olvidar que esta ley rige, ni más ni menos, la conformación del poder político en su origen ya que las elecciones concretizan la delegación hacia los tres poderes del Estado, del poder soberano que reside en el pueblo; por ello, es exigible la reglamentación de los procesos internos de los partidos de manera que se asegure que los afiliados deciden libremente la elección de sus dirigentes y de los candidatos de elección popular, y participan en las decisiones programáticas partidarias a través de procedimientos y decisiones adoptadas en procesos internos democráticos, transparentes y confiables.

Cabe recordar que las elecciones de 2019 se convocarán apenas en poco más de dos años; por tanto, el tiempo apremia para una aprobación de la LEPP que incluya las reformas “de segunda generación”, reclamadas por la ciudadanía, necesarias para fortalecer nuestra democracia y fundamentales para el futuro político del país. No cabe duda que la “vieja política” que sería afectada en sus intereses de poder autoritario, procurará mantener la atención ciudadana en otros temas que roben la atención ciudadana para lograr que el tiempo transcurra hasta hacer inviable la aprobación legislativa oportuna de la LEPP reformada. Para entonces, será tarde y habremos perdido otra oportunidad.

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