Publicado por Prensa Libre el 07 de septiembre 2016
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La bancada afín al aún diputado Luis Rabbé Tejada tuvo ayer en el hemiciclo otro muy cuestionable proceder, al haber bloqueado, al mejor estilo del defenestrado partido Líder, la discusión de su desafuero como congresista para que enfrente a la justicia y así aclare su implicación en el caso de plazas fantasma, una comparecencia de la cual alardeó cuando aún gozaba de antejuicio y creía lejano, por no decir improbable, el retiro de su inmunidad.
Sin embargo, gracias a contactos venales en la Corte Suprema de Justicia, el expresidente del Legislativo recibió el aviso que le permitió salir del país para intentar esconderse en donde considere estar a salvo de ser detenido. Ahora que se propone discutir su salida del Congreso, por ser no idóneo, la sospechosa bancada que lo acuerpa ejecuta una maniobra de boicot que desnuda una vez más sus verdaderas prioridades, pero sin tener el valor civil de confesarlo, al argumentar otros motivos irrelevantes para tal conducta.
En todo caso, el éxito de esta maniobra es pírrico y pasajero, pues el paso avasallador de la exigencia de justicia, si bien ha sido lento, también ha sido inexorable. De hecho, el mismo día de la orden de captura contra Rabbé trascendió que ocho diputados tránsfugas de FCN-Nación, varios de ellos exlideristas, habían sido arraigados por otro caso: la agresión verbal y racista contra la gobernadora de Alta Verapaz, quien por extrañas razones retiró la denuncia, pero la misma siguió su curso por tratarse de delitos públicos.
Tan solo es cuestión de tiempo para que el Congreso, con toda su carga de laxitud, indolencia y tozudez, termine por verse obligado a recuperar algo de la dignidad perdida y escuchar las demandas públicas de dejar de ser un abyecto nido de impunidad. De hecho, a pesar de que aún existen varias figuras cuestionables en el seno de la Corte Suprema de Justicia, dicho organismo del Estado no ha tenido más alternativa que seguir el auténtico espíritu de la ley para emitir sus fallos.
Los diputados que aún tienen la vana esperanza de contar con un espacio de maniobra discrecional deben convencerse de su error de percepción, puesto que los movimientos ciudadanos del 2015 marcaron claramente una dicotomía que no admite ambigüedades: se está a favor o en contra de la justicia y la transparencia, se apoya a los corruptos o se ayuda a combatir su nefanda huella, se forma parte de la nueva ciudadanía guatemalteca o se permanece dentro de las antiguas agrupaciones que tienen al país al borde del colapso económico, social y ético.
Las instancias de persecución criminal también deben acelerar los procedimientos para que las órdenes de captura sean procesadas con celeridad a nivel internacional, sobre todo al ser evidente la mala fe de quien huye al darse cuenta de su inminente detención y consignación.
La salida de Rabbé es doblemente irónica: cobardía para enfrentar a la justicia, después de haberse mofado burdamente del poder de esta y de asegurar que es víctima de una persecución política, cuando en realidad sus escasos planteamientos políticos no tienen importancia, pero sí sus acciones, al otorgar plazas sin fundamento.
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