Ya alguien explicaba el caso de un candidato a diputado que colecte Q10 millones, por ejemplo, a su campaña. Los cuatro años que sea diputado, si es solo con el sueldo de Q30 mil mensuales, más o menos, sus ingresos sumarían un poco menos de Q1.5 millones, y con eso el déficit rondaría en Q8.5 millones de quetzales.
Nadie entra en un negocio para perder.
El mismo expresidente Alfonso Portillo, durante una entrevista en Canal Antigua, denunciaba que las diputaciones rondan los ocho; sí, ¡ocho! millones de quetzales (un millón de dólares), y ese es solo el precio del ticket de entrada.
Permanecer exige “soltar” más plata durante el período de la campaña.
Es un riesgo: una persona me contó, recientemente, con mucho dolor y pena —y deuda— que un partido que va en las primeras posiciones de las encuestas le pidió Q15 millones para darle una buena “casilla” en el listado nacional. De hecho, iría en las primeras tres posiciones, y con lo cual él se sentía ya con un pie en el Congreso. Este pobre hombre reunió una cantidad de más o menos Q4 millones de sus propios fondos y de su familia, y los Q11 restantes los consiguió con “amigos” a quienes aseguró que él estaba ya casi en el Congreso por estar a la cabeza de la lista nacional. A cambio del apoyo financiero, él ofrecía “obras”, muchas “obras” por medio del listado geográfico de “obras”.
Los interesados pasaron “el sombrerón” y reunieron entre varias constructoras y proveedoras del Estado los Q11 millones. Feliz él, tal cuasi diputado, entregó los Q15 millones al “recaudador” de ese partido, quien, a propósito, es familiar del candidato. Entregada la suma acordada, el pobre ingenuo ni se percató de pedir “recibo,
factura o comprobante”.
Cuál sería la sorpresa que días después recibe una llamada de los dirigentes del partido diciéndole que por qué quería engañarlos, que la suma era Q15 millones, no los Q7 que el “recaudador” entregó.
Esta alma en pena no podía comprobar que había entregado los Q15 millones. Menos que tal cantidad había sido recibida. Y se armó el despelote.
Los directivos, incluido “el recaudador”, decidieron que el tal hombre, por tan baja contribución, merecía si mucho una candidatura para el Parlacén.
“Ahí no hay obras, ahí no puedo pagar la deuda, ahora qué le voy a decir a la gente que me dio el pisto”. Pero su temor crece porque los “financistas” ya se percataron de que él no será postulado por la lista nacional, y menos irá en las primeras tres casillas.
Hombres armados han ido a buscarlo a su casa. Han advertido a su esposa que el dinero deberá devolverlo inmediatamente, ya que se enteraron de que no irá en alguna de las primeras tres casillas del listado nacional.
“Esos hombres parecen narcos”, dice la desventurada mujer, quien teme por sus hijos y por ella. “Ese bruto, saber ni con quién se fue a meter; ahora todos estamos pisados”, lamenta ella.
Publicado el 19 de junio de 2015 en www.s21.com.gt por Estuardo Zapeta http://www.s21.com.gt/era-libertaria/2015/06/19/financiamiento-politicos
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