Cuando hablamos de tecnología lo normal es imaginarnos la tecnología sofisticada, que nos llega “empaquetada” de los países desarrollados; pero no sólo esa es la tecnología. Lo es también la denominada “tecnología apropiada”, que no es otra que la elaborada con recursos y materiales locales, económicos y, casi siempre, proveídos por la naturaleza.
Pero para tener tecnología previamente debe haber investigación, especialmente la denominada aplicada (a diferencia de la pura, que no conduce a un propósito predeterminado). En Guatemala prácticamente no se hace investigación, ni pura ni aplicada, como tampoco desarrollo tecnológico; como consecuencia no tenemos tecnologías propias. Hace algunos años, con motivo de la estrategia económica de sustitución de importaciones se creó el ICAITI (Instituto Centroamericano de Investigación y Tecnología Industrial) para hacer investigación aplicada a la industria; esta entidad cerró operaciones a principios de la década de los noventa cuando los gobiernos de Centroamérica incumplieron con los aportes para su sostenimiento. Luego, como consecuencia de la crisis financiera de la década de los años 80 se dejó sin recursos a entidades del Ministerio de Agricultura como el ICTA, (Instituto de Ciencias y Tecnología Agrícola), con lo que los avances en desarrollo e investigación agrícola se han visto disminuidos. Se hace investigación en algunas actividades como la caña de azúcar, financiada por grupos privados; pero muy poco más.
Tengo el temor que la propuesta de “desarrollo rural” que se ha venido impulsando en Guatemala, –la que dicho sea no incluye una decidida inversión en investigación y desarrollo integral para pequeñas parcelas–, mantendrá en la pobreza a las miles de familias que habitan el área rural del país (casi la mitad de la población); pues la salida de la pobreza no se dará a menos que se introduzcan tres componentes esenciales: tecnología aplicada; infraestructura (caminos, riego y centros de acopio); e inversión en desarrollo humano (especialmente salud, educación y capacitación).
Y ninguno de los elementos indicados se percibe viable en el país dado los limitados recursos del Estado, y sobre todo a la falta visión y de planeación estratégica. Los gobiernos prefieren utilizar los recursos para otros fines, no siempre los que inciden en un desarrollo sostenible. Así que los habitantes del área rural seguirán en la pobreza.
Dado que desde el gobierno difícilmente se invierta en investigación y desarrollo tecnológico, mi opinión es que ésta se haga desde las Universidades, que cuentan con el recurso humano y técnico para el efecto.
Tenemos claro que el desarrollo rural no se dará únicamente por la vía de la agricultura, la ganadería y la forestaría; hay muchas otras actividades que las familias trabajan en su vida rural y sobre las cuales habría que hacer investigación y desarrollo (comercio, turismo rural, microindustria, artesanías y servicios variados).
Publicado el 18 de junio de 2015 en www.elperiodico.com.gt por Roberto Gutiérrez Martínez http://www.elperiodico.com.gt/es/20150618/opinion/13868/%C2%BFY-la-tecnolog%C3%ADa-para-el-desarrollo-rural.htm
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