En la lucha para vencer el crimen transnacional en América Central, los EEUU está financiando un cuerpo fiscalización de las Naciones Unidas en Guatemala. Sin embargo, *estos fiscales de los EEUU Se están burlando del estado de derecho y parecen estar usando su poder para politizar al poder judicial guatemalteco*.
*Esto está dividiendo y desestabilizando una democracia crucial en la región*. El frágil estado guatemalteco está en la mira del dictador venezolano Nicolás Maduro y el general Raúl Castro de Cuba. Si sus aliados toman el control del país vecino del sur de México a través de sus instituciones, como lo ha hecho Daniel Ortega en Nicaragua, tendrá implicaciones para la seguridad de México y EEUU.
El organismo de la ONU, conocido como la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG), ha estado en el país desde 2007. Ha arrestado a algunos criminales. *Pero su poder desenfrenado ha conducido a abusos*, y esto debería importar a los financistas en EEUU, *algunos de los defensores más vociferantes de la CICIG provienen de la extrema izquierda de Guatemala*, evitando la igualdad bajo la ley y la democracia representativa.
La justicia deshonesta de la CICIG ha llamado la atención del senador Roger Wicker (R., Miss.), Presidente de la Comisión de Seguridad y Cooperación en Europa, también conocida como la Comisión de Helsinki. Él programó una audiencia el 27 de abril para revisar el papel de la CICIG en la acusación guatemalteca y la condena extralegal de una familia rusa huyendo de la mafia de Vladimir Putin.
Como detallé en columnas anteriores el 26 de marzo y 19 de abril, Igor, Irina Bitkov y su hija Anastasia, huyeron de la persecución en Rusia y *se convirtieron en víctimas del crimen oranizado en Guatemala que estaba vendiendo documentos de identidad falsos*. Sin embargo, Guatemala y la CICIG juzgaron a la familia junto a los miembros del grupo criminal que los engañaron. Fueron condenados y recibieron sentencias inusualmente duras.
*La ley guatemalteca y la Convención de Palermo de la ONU dicen que esos inmigrantes son víctimas*, y *un tribunal constitucional de apelaciones guatemalteco dictaminó que los Bitkovs no cometieron ningún delito*. La CICIG y los fiscales guatemaltecos ignoraron esa decisión, acudieron a un tribunal inferior y obtuvieron una condena. *La CICIG no dirá por qué, ni por qué no procesó a la firma de abogados que solicitó los documentos falsos entregados a los Bitkovs*.
*Matías Ponce es el “jefe de comunicaciones” de la CICIG, pero no hay información de contacto con él o su oficina en el sitio web de la CICIG*. Me las arreglé para obtener su número de teléfono celular de un tercero y, después de repetidos intentos, hice contacto con él. Solicité su correo electrónico y le escribí para que pudiera compartir con los lectores la explicación de la CICIG de lo que parece ser un abuso de poder. Me envió una respuesta repetitiva sobre el trabajo de la CICIG contra las redes delictivas pero no respondió mis preguntas.
Es poco probable que la CICIG responda preguntas ante la Comisión de Helsinki, su copresidente, el Representante Chris Smith (R., N.J.), invitó a la CICIG a comparecer en una audiencia similar que propuso para el 24 de abril en el subcomité de Asuntos Exteriores de la Cámara que monitorea los derechos humanos y las entidades de los EEUU, CICIG rechazó la invitación. Esa audiencia no estaba programada, aunque la oficina del presidente de Relaciones Exteriores, Ed Royce (R., California), me dijo que no está totalmente cancelada. *Si la CICIG se niega a cooperar con la Comisión de Helsinki, alimentará el sentimiento entre los defensores del estado de derecho de que tiene algo que ocultar*.
La CICIG dice que está en Guatemala simplemente para “apoyar” al fiscal general en su trabajo de “identificación y desmantelamiento” de redes criminales y no está involucrado en política. Pero un análisis académico de CICIG por Jonatán Lemus, profesor de ciencias políticas de la Universidad Francisco Marroquín, sugiere lo contrario. El Sr. Lemus observa que _”La CICIG también ha sido criticada por las mismas razones por las que otros lo han elogiado: convertirse en un jugador en nombramientos judiciales, proponer algunas reformas controvertidas a la constitución guatemalteca y el uso de conferencias televisadas para cambiar el público a su favor. Desde esta perspectiva, en lugar de fortalecer las instituciones guatemaltecas, la Comisión está haciendo que las instituciones nacionales dependan de su ayuda”_.
*Esta ayuda y dependencia lleva a la CICIG a tener un peso profundo en la política*. Como señala Lemus, _”una vez inmerso en un sistema político polarizado”_, un organismo internacional diseñado como la CICIG naturalmente _”enfrentará incentivos para comportarse como cualquier burocracia doméstica que intente maximizar su poder y recursos para asegurar su supervivencia”_.
Sin una explicación para las extrañas sentencias a los Bitkov, los guatemaltecos tienen que especular sobre los motivos de la CICIG. La incompetencia es una posibilidad. Pero una vez que la injusticia se hizo saber y no se corrigió, ese razonamiento colapsó. Un empresario extranjero también es un blanco fácil para un fiscal políticamente correcto que busca la aprobación de organizaciones antigubernamentales no gubernamentales.
La “influencia” del Kremlin no se puede descartar. Dañar a los Bitkovs era una prioridad para Rusia porque la familia se había negado a “donar” grandes sumas al gatito de Putin en Kaliningrado. *No sería sorprendente enterarse de que Moscú apoyó a los fiscales y los jueces para poner a la familia tras las rejas*.
No hay duda de que algo sospechoso sucedió, y *la falta de voluntad del fiscal de la CICIG Iván Velásquez para abordarlo es preocupante*. La verdad importa para la familia, para Guatemala y para los EEUU.
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