Un chapuz

Una vez más vivimos un shock al sistema. Las acciones de algunos de los “honorables” diputados de nuestra nación no representan en lo absoluto los intereses del pueblo. Los ciudadanos tenemos todo el derecho a protestar en contra y exigir cambios. Pero, un chapuz no es lo que necesitamos.

Aplaudo a la ciudadanía que se hizo escuchar. Lo que hicieron fue valiente y, gracias a ello, las cuestionables reformas al Código Penal quedaron atrás. Pero no estoy de acuerdo con los chapuces. Cuestionémonos, ¿qué pasa si renuncian los 107 diputados? ¿Quiénes llenarán esas vacantes? ¿Serán mejores o serán más de lo mismo? Mientras tanto, los jefes de bloque aprobaron que hoy se discuta de nuevo el antejuicio al presidente Morales, ¿con qué solvencia moral estos diputados exigen la renuncia del presidente, si fueron parte de los 107 votos? ¿Qué pasa si el presidente renuncia? ¡Asumiría nuestro cuarto presidente en dos años!

La calidad de la función pública depende de una serie de factores. Entre ellos están los méritos del servidor público, el andamiaje estructural, la efectividad del sistema judicial y, finalmente, no hacer de menos la longevidad en su cargo. Por tanto, la alta rotación de servidores públicos implica un costo muy grande al truncarse iniciativas positivas. Un ejemplo es el proyecto colaboración entre el Ministerio de Salud y Asistencia Social y Fundesa. Durante esta cooperación técnica, se analizó la eficiencia en los procesos de siete hospitales de la red. Dicho análisis evidenció vicios como despilfarro por la compra desordenada de medicinas. Se establecieron mecanismos que permitieron manejar eficientemente el presupuesto de dichos hospitales, en compras de medicinas e insumos médico quirúrgicos, lo que se tradujo en un ahorro de Q150 millones. Sin embargo, tras la renuncia de la ex ministra, se pone en riesgo la continuidad no solo del proyecto, sino también que los logros alcanzados se reviertan. Lamentablemente lo mismo sucederá si se acepta la renuncia de otros ministros del gabinete presidencial.

Hemos llegado a un punto de quiebre. Para cambiar la vieja política, no servirán los chapuces. Necesitamos cambios de fondo que transformen el país. Cambiar los actores sin cambiar las disfuncionalidades del actual sistema, nos llevará a más de lo mismo y los problemas de fondo permanecerán: corrupción, procesos judiciales a medias, mafias infiltradas en todo el sistema, etcétera. ¿Es eso lo que queremos? Debemos modificar las reglas del juego que perpetúan los vicios del pasado. Urge un gobierno funcional, en el que verdaderos servidores públicos hagan su trabajo y lo hagan bien.

Pensemos a largo plazo. En su momento, la crisis de Rosenberg, logró que la población se enfocara en la Ley de Comisiones de Postulación. Esto fue un gran avance para corregir aspectos críticos del funcionamiento de nuestro sistema. ¿Por qué no nos enfocamos en la búsqueda de una salida viable? No cabe duda que tenemos que depurar el Congreso, pero debemos buscar un mejor método para hacerlo. En ese sentido, necesitamos cambios urgentes en la Ley de Carrera Judicial, Ley de Compras y Contrataciones, Ley Electoral y de Partidos Políticos y Ley de Servicio Civil. Entre otras cosas, estas modificaciones nos permitirán cambiar la lógica de elección de diputados y tener listados abiertos que admitan la participación de liderazgos locales, y devolverle el poder al ciudadano que vota en lugar de aquellos que arman los listados.

Aprovechemos este ímpetu ciudadano para exigir las mejoras que nuestro sistema necesita. Por mi parte, reitero mi apoyo a los funcionarios que trabajan con dedicación para construir un mejor país y reconozco su aporte. No los condenemos. Tachar a todos los servidores públicos de corruptos, hace que cada vez sea más difícil atraer el talento necesario hacia la administración pública. Depuremos, pero no perdamos los buenos. No nos dejemos llevar por quiénes promueven chapuces, por muy románticos que suenen. Velemos por los cambios de fondo que nos permitan tener un mejor Organismo Legislativo, un mejor gobierno y un mejor futuro.

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República es ajena a la opinión expresada en este artículo


Por Salvador Díaz, 21 de Septiembre, por República

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