Publicado Por Hector Virgilio Castañeda Salguero, el 19 de Mayo 2017, Por Relato
http://www.relato.gt/relatos/para-los-angeles-justicieros-la-vida-no-vale-nada
Solo de recordarlo se me pone la piel de gallina y se me salen las lágrimas…
No te voy a mentir, ese día amanecimos con una goma terrible, Marlon mi cuñado y yo. Lo bueno fue que desde temprano Marlon ya tenía varios chances que hacer, lo que auguraba buenos centavos. Por eso nos habíamos levantado temprano y agarramos para La Terminal, aquel tiene muchos años de trabajar en ese pueblón, porque eso es, como una ciudad metida en la ciudad, y que se rige por sus propias reglas, con sus propias autoridades y hasta su propio banquero.
El chance de aquel es la venta y distribución de varias verduras y frutas que de La Terminal salen a los mercados de la zonas 1 y 2. Tiene sus clientes fijos, y tres de ellos iban a estar desde las 5 de la madrugada haciendo tiempo con sus camiones, esperando que todo lo pedido esté listo para poder trasladarlo. Y qué jodida me llevé, eran tres camiones y casi los llenamos a tope. “Hoy si sudáste la goma cabrón” me dijo con una gran sonrisa “pero no te ahueves, ahorita vamos donde el chino y nos tomamos unas chelas”. Su risa fue contagiosa, le apaché el ojo y saqué fibra para terminar antes.
Veinte, treinta, cuarenta, así venía mi cuñado feliz contando su pisto, “bueno Marvin, andá de una vez donde el chino y pedís dos taconudas, voy a comprar unos chuchitos para pasar el mal rato ¿de qué querés? Chipilín le dije y en menos de un segundo ya estaba donde el chino pidiendo las “manga larga” bien elásticas…
Tssssss ese sonido llegó como música a mis oídos y al ratito llegó Marlon con el desayuno, en eso se nos acerca un chavo, que como nosotros también tenía una goma terrible y nos aborda “jóvenes buenos días, no les voy a mentir me ando muriendo de la goma, no tienen allí unos pesos de alivian, en buena onda”, yo no tenía para poder invitarlo, mi cuñado todavía no me había pagado y a ese no se le cae un centavo. “lo sentimos chavo, pero no tenemos, ajustando estamos para quitarnos la cruz” le dijo el Marlon. Con un gracias muchá se despidió, unos metros adelante se topó con la dueña de un almacén de plásticos, y la abordó casi frente a nosotros, “doñita no me regala algo de pisto, me estoy muriendo de la goma, no sea mala ayúdeme” le dijo. La señora lo vio de pies a cabeza, y al ver que no tenía mala planta le dijo “va sabes que mijo, entrame al local esas bocinas que están allá en la banqueta, y te voy a dar para un tu octavo”. Solo vimos cómo le brillaron los ojos al chavo y salió como cohete a traer las bocinas.
“Vaya pues, se ganó su quita goma” me dijo mi cuñado…. Cuando de la nada vemos salir una sombra….
Pom pom pom pom pom pom pom, siete tiros. Apenas había levantado las bocinas el pobre chavo cuando unos de los ángeles justicieros lo mató por la espalda.
Con una sonrisa de satisfacción guardó la punto 40 escupió al suelo y empezó a caminar, como si nada hubiera ocurrido. La dueña del almacén dando de gritos salió del local “Ay no, Ay no Dios mío, pero qué hizo, él me estaba ayudando a meter mis cosas ¿por qué lo mató?”
“USTED TUVO LA CULPA VIEJA …, POR NO AVISAR”, LE DIJO.
Se rió y dio un vistazo alrededor, al pasar la vista hacia donde estábamos nosotros, bajamos la mirada inmediatamente, “a esos no los podés ver a los ojos porque te matan, lo ven como un reto, a esos malditos sí les tengo terror”.
El “ángel justiciero” caminó seguro, sin pena, sin miedo, sin remordimiento, saludando a los vendedores, mientras a sus espaldas quedaba un cuerpo sin vida, otra vida que para ellos, no vale nada.
Mi cuñado y yo nos quedamos mudos, como si el tiempo se hubiese congelado, la demás gente siguió su rutina como si nada, llegaron los bomberos y la policía, estos últimos ni siquiera preguntaron qué había pasado, pues lo sabían, la “justicia” se había hecho de nuevo presente en La Terminal.
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