¿Quién es el más “cabrón”?

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Publicado por Prensa Libre el 23 de febrero 2017

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En Guatemala, la inteligencia y la ética están tan devaluadas, que la primera es sinónimo de ser “cabrón”, y la segunda es considerada mala palabra. Escuchando los pasos de animal grande que trae del sur el caso Odebrecht, es inevitable reflexionar sobre esta cultura de pudrición que nos define. En todos los niveles y ámbitos sociales se valora —o al menos se teme— al necesario “cabrón”, ese que siempre le saca provecho a todo, independientemente de lo que tenga que hacer para conseguirlo.



Aquí, la corrupción es endémica y sistémica. El policía pide mordida y si no, siembra droga; el empresario dispone de caja chica especial para repartir a sus operadores en los tres poderes del Estado; el diputado sabe venderse al mejor postor y devuelve favores que le salen muy caros al país; el funcionario de justicia oferta silencio cómplice; el maestro vende exámenes; el cirujano que necesita dinero rápido opera a un paciente que no lo necesita; el abogado usa amparo tras amparo para arrodillar a la justicia, que debe ser pronta y cumplida. Y uso la tercera persona en singular, porque no hay generalización que valga. En todas partes hay gente excepcional que hace bien las cosas.

Viendo en otras direcciones, llama mucho la atención que en Ecuador, luego de un referéndum consultivo inédito, conocido como el “Pacto Ético”, una inmensa mayoría ciudadana se pronunciara recientemente en contra de que sus funcionarios públicos tuvieran bienes en paraísos fiscales. A partir de ahora, quienes estén en esa situación tendrán que retornarlos o dejar el cargo. ¿Eso tiene o no carácter de resolución ciudadana?

Por otra parte, se estima que aproximadamente 7.6 billones de dólares están depositados en los paraísos fiscales del mundo, lo cual se traduce en evasión de impuestos y menor desarrollo (Latindadd). Los enormes centros de operaciones donde los bancos lavan el dinero para devolverlo a las grandes economías del mundo se encuentran en Estados Unidos, Panamá, Hong Kong, Alemania, Suiza y otros. Según el ministro coordinador de Conocimiento y Talento Humano de Ecuador, el 40% de la liquidez de la región latinoamericana ha sido depositado en bancos de Panamá, y el otro 60% en bancos que tienen también subsidiarias en Panamá. Así es como favorece este modelo económico la evasión fiscal, la corrupción y el lavado de dinero.

(En un paréntesis, se me cuela un comunicado del autodenominado “Sector Productivo” de Guatemala. Me pregunto ¿a quién se refieren? ¿No son los migrantes, quienes envían los 7 mil 159 millones de dólares [equivale aproximadamente al 10% del PIB], el verdadero sector productivo?) Sigo. En Perú, luego del caso Odebrecht, el presidente estableció seis medidas: 1. Ordenó que, por medio de un decreto legislativo, las empresas condenadas por corrupción nunca más puedan contratar con el Estado. 2. Dispuso la muerte civil de los funcionarios corruptos, para que nunca más puedan trabajar dentro del Estado. 3. A partir de ahora, dijo que todos los contratos de concesión del Estado peruano incorporarían una cláusula anticorrupción, para resguardar los intereses del país. 4. Triplicarán el presupuesto de la fiscalía, dedicado a investigar y atrapar a los corruptos, caiga quien caiga. 5. Crearán un sistema para recompensar y proteger a funcionarios y ciudadanos honestos que denuncien actos de corrupción. 6. Ante el incumplimiento financiero del consorcio que operaba Odebrecht en el contrato del ducto del gas del sur, el gobierno peruano cobró la garantía por 262 millones de dólares. Y surge la duda: ¿cómo recibirá la clase política y empresarial guatemalteca el caso Odebrecht, si culturalmente se idolatra al más cabrón?

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