Publicado por La Hora el 13 de noviembre 2016
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Hortensia García Ordóñez, tenía 28 años, era madre de cuatro niños y trabajadora en una fábrica. Su esposo era guardia de seguridad privada, Rudy Álvarez Cárcamo, quien el 1 de noviembre pasado intentó acuchillarla, según relataron familiares.
García tenía medidas de seguridad para que su cónyuge no se acercara a ella, sin embargo, el hombre llegó de improviso la mañana del 3 de noviembre y la mató con un arma de fuego.
Esa medida se le otorgó a Hortensia por instrucción judicial para que el presunto agresor saliera de la residencia en común y no perturbara su tranquilidad; si el hombre se acercaba, ella podía llamar a la sede policial más cercana o al 110 para que le prestaran apoyo, pero no hubo tiempo para reaccionar, el presunto asesino ingresó a la vivienda mientras ella se bañaba y la atacó.
En este hecho de violencia también resultó herida María del Carmen Lux Ixcoy, de 58 años, quien después murió en el Hospital General San Juan de Dios (HGSJDD).
Hoy cuatro niños están en orfandad porque Álvarez, después de disparar a su esposa y a Lux, se suicidó.
LA SAÑA EN LAS MUERTES VIOLENTAS
Por otro lado, de acuerdo con el Inacif, en diez meses ha efectuado 546 necropsias a cuerpos de mujeres: 424 cadáveres presentaban heridas de arma de fuego, 71 de arma blanca, 36 señales de asfixia por estrangulación y 15 cuerpos fueron desmembrados o decapitados.
El pasado 7 de octubre fueron localizados los cuerpos de una pareja: un hombre y una mujer, ambos estaban carbonizados, pero solo el cuerpo de la fémina presentaba decapitación, según los Bomberos Voluntarios que cubrieron la emergencia y la Policía Nacional Civil (PNC).
Karla Campos, del Grupo de Apoyo Mutuo (GAM), fue consultada por este hecho; lamentó que las muertes violentas de mujeres persistan y con mayor saña. El ejemplo de la pareja se le comentó a Campos, quien consideró que esto refleja el desprecio hacia las mujeres.
“Es un detalle importante que hay que destacar, la forma cómo se cometen los crímenes, a pesar, de que en general hay una disminución de muertes violentas, podemos ver que hay una diferencia entre las muertes de hombres y mujeres”, argumentó.
Por otro lado, Campos dijo que es necesario que el Ministerio Público (MP) investigue los delitos contra la vida de mujeres e indague si son femicidios o asesinatos, pues no siempre se logra profundizar.
“El trabajo del MP es individualizar los casos, no debe generalizar cada caso. Hay detalles específicos que van a definir sí es o no un femicidio, aunque recordemos que debe investigar cada muerte”, reiteró la entrevistada.
ANÁLISIS
En agosto pasado, estadísticas de la PNC y del GAM refirieron que existía un descenso en las muertes violentas en ocho meses.
En aquella ocasión, el Inacif detalló que de enero a agosto realizó 3 mil 226 necropsias a cuerpos de personas que murieron por arma de fuego, arma blanca, estrangulación y desmembramiento, en tanto, la PNC refirió que había 171 homicidios menos en comparación con el año pasado, mientras que el GAM explicó que hubo un descenso del 3 por ciento de homicidios en agosto.
Marco Antonio Garavito, director de la Liga de Higiene Mental, dijo en aquella ocasión que la población no percibía un descenso en la violencia homicida porque no era significativa, aunado a que prácticamente diariamente se vivía con este flagelo.
“Tiene varias explicaciones: la primera es que el descenso no es significativo, es decir porque no es que antes había muertes y ahora no hay. En la percepción de la gente no tiene un significado de cómo está percibiendo el fenómeno, son indicadores que han bajado, pero relativamente. La segunda es que a partir de la violencia hay una actitud, y cuando se instala como la violencia, implica procesos más largos y sostenidos”, explicó Garavito.
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