Poner alto al desaliento

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Publicado por el Periódico el 06 de septiembre 2016

http://elperiodico.com.gt/2016/09/06/opinion/poner-alto-al-desaliento/


La sociedad civil es indispensable para dar cara vuelta al momento actual, donde no vamos a ningún lado.

En estos tiempos de complejidades, el avance de las sociedades se nota, no por grandes avances sino por pequeños pasos, siempre que estos sean irreversibles. A menudo corremos grandes riesgos cuando se ofrecen espejitos, es decir, supuestos logros que más temprano que tarde se esfuman o desaparecen como agua entre las manos.

Nos han vendido imágenes irreales, que compramos con facilidad y las creemos como verdades, a pesar que a la vuelta de la esquina dejan rastros de mentiras, falsedades; resultados solo para unos, que para muchos son dramas. Algunos ejemplos: generemos crecimiento que eso es igual a desarrollo; construyamos riqueza que el derrame se encargará del resto; el Estado es igual a burocracia, corrupción y gasto ineficiente, mejor adelgacemos ese espejismo y alimentemos al mercado; nada de reformas tributarias, los aumentos de impuestos solo crearán más ladrones; el que no está conmigo, está contra mí (y mi sector); todo lo que suena a reformista o progresista, es una amenaza; los cambios son riesgosos, mejor mantengamos el orden y propongamos chapuces; todos los funcionarios públicos son ladrones, los cuadros del sector privado son inmaculados; el cambio está en mí (primero el individuo), después nada. Esas ideas de totalidad inundan los mensajes, discursos, publicidad y se contagian como virus purulento.

Ese tipo de lenguajes y símbolos pasan cotidianamente, y se reproducen por la vía del montón de voceros encargados de la diseminación a mansalva. En la práctica, esos supuestos valores se alimentan de la pasividad, la marginalidad, las desigualdades; toda una gama de productos de esos mismos discursos llevados al extremos por la vía de procesos de control, cooptación, subordinación de las instituciones públicas, los partidos, los medios de comunicación, la academia, ONG’s, las iglesias, entre otras, que consumen al ser humano, se adueñan del pensamiento, condicionan las actuaciones de la vida en sociedad.

Mientras eso sucede, peligrosamente aparecen los fantasmas del supuesto pasado que sigue siendo presente. Alentar falsos imaginarios pasa enormes facturas. Se reagrupan las estructuras de inteligencia; los criminales diversifican sus operaciones, se guardan un poco pero siguen detentando importantes cuotas de poder; los corruptos se reúnen en las cárceles, juegan al futbol y departen amistosamente como indicadores del reagrupamiento que construyen; el Gobierno se muestra intolerante ante la crítica social y de los medios.

La sociedad civil, visible y cautivada por la emotividad del año pasado, se ha quedado en mute. No ha logrado comprender que sus tareas son de largo aliento y que solo transitamos los primeros centímetros de una extensión que se mide en miles de millas. La sociedad civil es indispensable para dar cara vuelta al momento actual, donde no vamos a ningún lado. Le corresponde definir el modelo de sociedad que necesitamos; el actual es inservible. Le toca precisar el Estado y tipo de instituciones necesarias. Es su responsabilidad definir los valores y principios que impidan el avance de los imaginarios mencionados, además de asumir un papel permanente de demanda ciudadana y control del ejercicio del poder. Entonces, para cuándo?

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