Contra la corrupción

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Al hablar de Democracia se piensa en la participación y decisión ciudadana, pues la entendemos como el sistema político en que las decisiones fundamentales se toman por la población a través de mecanismos de consulta como el voto y los espacios para ejercer la libertad de expresión y la crítica. En este sentido, vemos como negación de la democracia los regímenes autoritarios que quieren imponer sus decisiones por la fuerza, o “supuestamente” por la ley, pero una ley que ellos deciden arbitrariamente. También entendemos como amenazas a la democracia los movimientos militares golpistas o los partidos políticos fascistas y violentos que quieren imponer su voluntad por la fuerza; y lo más grave, la plaga de la corrupción que también causa tremendos estragos en los modelos democráticos y en las formas de decisión de un Estado, generando despilfarro de grandes recursos y por consiguiente el atraso en el desarrollo económico social, pero especialmente hace que los políticos corruptos sean presa de intereses privados y sectarios, o peor aún, del crimen organizado.

La aceptación de la corrupción se va convirtiendo en un fenómeno de carácter cultural cuando en un país impera la impunidad y no se logra hacer efectiva la justicia. Esta ha sido la contribución más importante de la Cicig, al hacernos ver que todos estos casos se pueden investigar, que se pueden identificar los casos de corrupción y a los responsables y se les puede llevar a juicio. También nos ha demostrado que en algunas situaciones la corrupción ha llegado al sistema de justicia tocando a fiscales, jueces y abogados. En la medida en que permitamos que el crimen organizado crezca y que los niveles de corrupción continúen infiltrando al Estado estaremos rompiendo con las posibilidades de consolidar un Estado democrático y estaremos condenando a grandes sectores de la población a continuar viviendo en pobreza, ya que mientras prolifera la corrupción nunca habrá recursos suficientes para salud, educación o seguridad, y esto se vuelve así un círculo vicioso.

La única alternativa para combatir la corrupción, es que todos y todas tomemos conciencia de este fenómeno y asumamos nuestra responsabilidad, promoviendo una cultura de transparencia y de denuncia sobre todos aquellos casos de corrupción con los que nos enfrentemos. Debemos exigir del Estado y a los funcionarios públicos total transparencia en su gestión, tal y como fue el reclamo de las marchas en los meses previos a las elecciones y esto empieza por demandar un pleno acceso a la información pública, incluyendo la información relacionada con los procesos electorales que tienden a mantenerse en total oscuridad e impunidad.

Naciones Unidas, en esta última asamblea general aprobó las metas de desarrollo sostenible 2015- 2030 que constituyen la continuación de las metas de desarrollo del milenio, y en la meta 16 —“acceso a la justicia y desarrollo de una sociedad en paz y gobernabilidad”— establece la obligación urgente de los Estados por “garantizar el acceso público a la información” como una base fundamental del desarrollo.

Es común que en Guatemala algunas personas dicen que no pagan impuestos porque los recursos se pierden en la gestión pública corrupta del Estado; hoy y ante el inicio de un nuevo gobierno la lógica debe invertirse, la corrupción no debe ser la excusa para no pagar impuestos, sino debe ser la causa que nos lleve a la indignación, la denuncia y la movilización y a la creación de una cultura de transparencia total.

Publicado el 10 de diciembre de 2015 en www.prensalibre.com por Frank Laurie
http://www.prensalibre.com/opinion/contra-la-corrupcion-1

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