Voto responsable

En las elecciones pasadas, y no solo en las del 6 de septiembre, en casi todas, candidatos a alcaldes y diputados sin escrúpulos compran el voto de la gente mediante víveres, cajas de tomates, tamales y dinero en efectivo.

Cuentan que en un municipio de Jutiapa, un candidato a alcalde pagó 500 quetzales por voto. En otros lugares regalaron panes que contenían, además de frijoles o pollo, 200 y 250 quetzales.

Tristemente, en eso se ha convertido la lucha de los políticos por alcanzar los puestos de elección popular, en una compradera de votos. Saben estos políticos corruptos que, al ser alcaldes o diputados, podrán hacer negocios y enriquecerse. Luego, podrán ser reelectos.

Así pasan 12, 16 y hasta 20 años o más dirigiendo las municipalidades o haciendo vida en el Congreso de la República. Hasta hoy, la democracia, que ya cumplió 30 años, ha sido eso.

Aparentemente, el pueblo se cansó, pero tampoco eso es del todo cierto. Falta mucha conciencia en las comunidades del engaño de que son objeto.

Muchas personas aún se dejan comprar con una lámina o cualquier cosa, yendo a votar por el que les paga, sin saber que eso tendrá un gran costo para el pueblo, ya que la plata invertida en el sufragio la recuperarán los funcionarios públicos con corrupción.

Esto significa que se invertirá menos en educación, en salud, seguridad, caminos, puentes, pozos, energía eléctrica, recreación, protección ambiental, limpieza, agua potable.

En el caso de los diputados, se oye decir con frecuencia que los grupos privados de interés les pagarán por emitir leyes que atentan contra los derechos e intereses comunitarios; por ejemplo, que las hidroeléctricas o generadoras de energía podrán instalar gigantescas antenas en el patio de sus casas, sin derecho a oponerse porque lo considerarán un delito.

En mucho tiempo no se ha escuchado que los parlamentarios aprueben una sola normativa de beneficio popular o social.

En lo que va de este año 2015 a la fecha, solo aprobaron dos decretos. Increíble, pero cierto.

En Guatemala cuesta decidir el voto, porque las opciones no varían mucho entre un partido y otro. Sin embargo, lo peor es votar por alguien sin un análisis objetivo, una sencilla reflexión, sino por un interés personal, sin tomar en cuenta las consecuencias de emitir el voto a favor de una persona corrupta, deshonesta o de conocidos malos antecedentes. Esto es muy común en Guatemala, aún entre personas con un buen nivel cultural y educativo.

A veces, se considera muy lógica la compra del voto en la provincia, argumentando la baja educación y hasta la ignorancia de los electores.

Pero no. Aun en las capas medias urbanas el voto se inclina por cualquier cosa, menos por un cambio, por una mejor opción, por algo nuevo o diferente.

Por supuesto, es detestable y condenable que el sufragio se otorgue a cambio de un tamal, un dinerito o una lámina.

Una dádiva se puede aceptar, pero el voto es secreto, intransmisible, personal, un acto del cual no hay que rendir cuentas a nadie.

Publicado el 30 de septiembre de 2015 en www.s21.com por Mélinton Salazar Orantes
http://www.s21.com.gt/colaboracion/2015/09/30/voto-responsable

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