Sombras a 19 días de las elecciones

Desde 1985, cuando resultó ganador Marco Vinicio Cerezo Arévalo, hasta 2011, proceso en el que fue electo Otto Pérez Molina, no habían ocurrido incidentes externos que intentaran poner en duda, cuestionaran o buscaran mermar la credibilidad del TSE, como sucede en esta contienda.

De hecho, la autoridad electoral heredó de los tiempos del ilustre Arturo Herbruger Asturias un prestigio que con el paso de los años vino de más a menos, y que los magistrados actuales, de alguna forma, intentan recuperar.

En los procesos anteriores, la lucha había sido contra el abstencionismo. La procura siempre se enfocó en buscar la mayor participación ciudadana y provocar con ello la legitimación de las autoridades por medio del sufragio.

Este año han ocurrido eventos nuevos que visten de gris la fiesta cívica. Los sectores urbanos, dominados por el rechazo a la corrupción —que se convirtió en un factor de unidad—, muestran, al menos, escepticismo.

El más reciente golpe a la labor del TSE fue llevado a cabo en los últimos días. El grupo autodenominado Anonymous Gt ha reivindicado ataques cibernéticos a la base de datos de la autoridad electoral y ha dejado ver que son plataformas vulnerables.

Estas declaraciones despiertan preocupación, por la sola posibilidad de que los resultados puedan ser violados.Expertos tecnológicos descartan que este extremo sea posible.

Exponen argumentos razonables, pues destacan que nuestro método de recuento de votos todavía es físico; es decir, se basa en actas en blanco y negro que sería posible corroborar una a una.

Sin embargo, no descartan retrasos a la hora de anunciar resultados. Esto, si bien llama a estar alertas, es un extremo que se resolvería con esperar a confrontar con las actas físicas.

Es decir, si no es la mejor solución, por lo menos tranquiliza.

Estamos siendo parte de un proceso eleccionario sin precedentes, del que debemos aprender. No obstante, es una seria reflexión para los políticos, quienes deben comprender que la ciudadanía percibe la realidad de los partidos de una forma distinta al pasado. Necesitan asimilar de una vez por todas que no es con diatribas o ataques que se puede arreglar lo torcido, sino con propuestas y acciones que devuelvan la confianza ciudadana; esa que, con franqueza, en este proceso electoral brilla por su ausencia.