Un pueblo que elige corruptos…

… es CÓMPLICE, no víctima”.
 
No nos hagamos de la boca chiquita. No nos hagamos las víctimas “inmoladas” por las garras de la corrupción, ni finjamos ser los paladines de campañas, cruzadas, cirugías, tormentas, huracanes, lluvias de arena, o huestes angelicales que HASTA HOY ven la corrupción y se asustan, se maravillan de sus tentáculos, y deciden combatirla.

La corrupción ni empezó con este gobierno, ni terminará cuando esta lacra se vaya. La corrupción es una INSTITUCIÓN. Y qué jodidos es una “institución”, pues “es un conjunto de normas que hacen posible el funcionamiento de la estructura estatal y la estatizada”. No es un lugar, es una forma de pensar. No es un grupo de edificios, es una mentalidad.

Hasta risa da que muchos usuarios de los entes corruptos en aduanas, el Seguro Social, o el sistema de Salud o Gobernación, expliquen que “antes cuando había corrupción las cosas caminaban más rápido; ahora que dizque ya no hay, nada camina”.

Ese lamento boliviano es solo muestra de cuán enraizada está la mentalidad corrupta. ¿Solo con el aceite y el combustible de la corrupción caminan las cosas bien en Guatemala? Y parece que en América Latina.

Ya el gran economista Hernando de Soto, en El Otro Sendero, mostró los costes de trabajar de acuerdo con la normativa y la legalidad. Muy diferente, comprobó él, es abrir una pequeña fábrica en Perú a abrirla en Estados Unidos. El factor fundamental: el precio de la corrupción en América Latina.

La corrupción no es un problema de “personas buenas o malas”. Es un problema de pensamiento sistémico en los agentes que ven que el exceso de normatividad es una oportunidad de negocio para que la gente pueda producir y hacer.

¿Quién dice que en Guatemala nada funciona? Falso. La tramitología y su hija bastarda, la corrupción, sí funcionan, y a pesar de los esfuerzos del Ministerio Público, ambas, madre e hija, siguen vivitas y coleando.

Risa causa que ahora en la mismísima Superintendencia de Administración Tributaria (SAT) se quieran pasar de limpios, puros, cristalinos, angelicales y transparentes, y que la vida “Pre – La Línea” no es nada para los importadores comparada con el verdadero infierno que se ha convertido la vida “Post – La Línea”.

El verdadero problema, digámoslo de una vez, es de incentivos. Mientras haya aduana habrá corrupción; por eso la solución es la eliminación de las aduanas. Si el cáncer cambia de lugar en el cuerpo no por eso deja de ser cáncer. Y eso es lo que ha pasado en esa desdichada vida para los importadores en la Guatemala “Post – La Línea”.

Si el prófugo Juan Carlos Monzón vive, creo que aún sus declaraciones serían más de lo que todos ya sabemos, ya conocemos y ya sufrimos. Su aporte sería más en nombres, montos y estilo de “repartimiento”.

El sistema permite la corrupción por engorroso. El vacío dejado por La Línea está siendo llenado por otras mafias más complejas, más exquisitas en su actuar. La solución, repito, es eliminar las aduanas. Muerto el chucho, se acabó la rabia. Cambiar de chucho no soluciona el problema, sino lo multiplica.

Publicado el 24 de junio de 2015 en www.s21.com.gt por Estuardo Zapeta
http://www.s21.com.gt/era-libertaria/2015/06/24/pueblo-que-elige-corruptos

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