Dos votos dignos y tres bellacos

Los magistrados valientes y los serviles.
Dos magistrados de la Corte de Constitucionalidad, Héctor Efraín Trujillo y Mauro Chacón, razonaron su voto disidente la semana pasada, cuando ese tribunal decidió amparar en forma provisional al presidente Otto Pérez Molina.


A diferencia de lo ocurrido con la ex vicepresidenta Roxana Baldetti, la CC decidió proteger a Pérez Molina y evitarle el mal trago de comparecer ante el Congreso de la República, para que ahí se decidiera si procede retirarle la inmunidad y enviarlo a encarar la justicia.

La decisión de la CC estuvo dividida: tres magistrados votaron a favor de servir de refugio de última instancia al Presidente y dos de ellos opinaron que lo razonable era enviarlo a rendir cuentas a la Novena Avenida.

Los dos magistrados que se negaron a servir de lacayos del mandatario, argumentaron que la acción de amparo se puede interponer nada más cuando el daño es personal y directo.

Y este no era el caso, porque él mismo Otto Pérez Molina declaró que el amparo no lo pidió él, sino su diligente amiga Karen Fischer, porque ella se sintió agraviada ante semejante ofensa hacia su querido general.

Los magistrados argumentaron, con razón, que si se abría la puerta para que Raymundo y todo el mundo meta amparos a favor de terceros porque se sienten ofendidos hasta porque el Sol calienta, se estaría abriendo la puerta, aún más, para usar el amparo como una táctica dilatoria maliciosa.

En este caso tres magistrados de la CC le metieron freno al proceso de antejuicio contra Pérez Molina, a la espera de que se calmen los ánimos, que la ciudadanía olvide y que el insolente saqueo de la actual administración caiga en el baúl de los recuerdos.

Después de lo ocurrido en estas últimas semanas, donde ha quedado claro que tanto el presidente Otto Pérez Molina como la ex vicepresidenta Roxana Baldetti, comandaban el país con el único y solo propósito de hacer negocios con el dinero del pueblo, deprime que el mayor tribunal del país tolere a los depredadores.

Esos tres magistrados son: Roberto Molina Barreto, Héctor Hugo Pérez Aguilera y María de los Ángeles Araujo.

A ellos hay que agregar un magistrado fantasma que ahora ejerce de vicepresidente: Alejandro Maldonado. El caballero, que posa de ancianito inofensivo, no quiere que le pasen “el camote” de la Presidencia, menos en tiempo de crisis.

No me extrañaría nada que Maldonado haya estado en estrecha comunicación con sus excompañeros para dictarles cómo debe tocar la orquesta para que don Otto Pérez Molina siga escuchando La Granadera cada vez que se menea.

Las explicaciones que ha dado Molina Barreto en la prensa dan pena, porque él mismo evidencia el trasfondo político de todo esto. Que si da pena la institucionalidad, que si se sabe cómo empiezan estas cosas y no cómo terminan. ¡Cuentos!

Aquí hace falta ser débil mental para no entender que tanto Baldetti, como Juan Carlos Monzón o Juan de Dios Rodríguez tenían un solo y único jefe: Otto Pérez Molina. Y si los primeros tres merecen enfrentar a la justicia, con mayor razón, quien los mandaba a todos ellos.

¿Que es un contratiempo quedarse sin presidente temporalmente? Sí, pero no de morirse. La Constitución deja claro cómo se resuelve el problema sin rompimiento institucional alguno.

Al final, a Molina Barreto, Pérez Aguilera y Araujo, la historia les pedirá cuentas, por obstruir la justicia y apañar crímenes cometidos contra el pueblo de Guatemala. La verdad y la justicia podrán tardar, pero al final alcanzan a quienes traicionan el juramento de defenderlas.

Publicado el 22 de junio de 2015 en www.elperiodico.com.gt por Dina Fernández 
http://www.elperiodico.com.gt/es/20150622/opinion/14013/Dos-votos-dignos-y-tres-bellacos.htm

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