JORGE JACOBS A.
Mientras los ciudadanos nos dedicamos a nuestros quehaceres diarios, los politiqueros se dedican a maquinar cómo enseñorearse sobre nosotros para expoliarnos impunemente y vivir muy bien del botín robado. Esta ha sido la constante a lo largo de la historia, y Guatemala en estos momentos es el mejor ejemplo del proceso. Si no nos ocupamos en velar por establecer y mantener límites al ejercicio del poder, cuando menos lo sintamos la tendencia hacia la concentración del mismo en pocas manos será irreversible. Uno de los principios de la república es la división de poderes. Lo que se busca es evitar que una persona o un grupo pequeño concentre todo el poder. La historia de la humanidad nos ha mostrado en la práctica lo que lord Acton sintetizó en su famosa frase: “El poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente”. Lamentablemente, eso es lo que está ocurriendo en nuestro país.
El proceso se viene dando desde hace años. La corrupción se ha enraizado tanto entre los politiqueros que cada vez necesitan menos recursos “externos” para sus campañas. Como los montos robados a los tributarios son cada vez mayores, les alcanza para reciclar una parte en las campañas y mantenerse en el poder para robar más. Es una bola de nieve que ha ido creciendo y que los hace depender menos de conseguir recursos de otras personas. Llegará un punto (del cual no estamos lejos) en que los politiqueros ya no necesiten conseguir dinero para sus campañas, sino que todo se generará de la misma corrupción; en pocas palabras, “del mismo cuero salen las correas”, como reza el dicho popular.
Lo crítico es que los politiqueros están construyendo una ciudadela inexpugnable, de la cual va a ser imposible sacarlos. Ellos van a tener todo el control de los recursos y de todos los organismos del Estado, lo que garantizará su impunidad. Al inicio mantendrán la “pantalla” de respetuosos de la ley, pero conforme vayan copando todas las instituciones, tirarán la máscara y se dejarán ver como los déspotas que realmente son, tal y como se ha visto en varios países latinoamericanos.
Mientras tanto, los ciudadanos ni siquiera parecen darse cuenta de cómo ellos están fortificando su ciudadela. No tienen que revisar la historia guatemalteca de las últimas décadas, basta con ver los periódicos de la semana. Los principales partidos políticos actuales, que dicen odiarse a muerte entre sí, a la hora de la hora se unen muy convenientemente para fortalecer la ciudadela. El ejemplo más reciente es la elección del Contralor de Cuentas.
Es muy conveniente para los politiqueros escoger para que supuestamente los “controle” a aquel que ya conocen y saben que ni a piedra en el zapato llegará y que muy probablemente hasta se les unirá en el jolgorio de hacer chinche los recursos de los tributarios. ¿Para qué arriesgarse si saben que esta elección les garantiza la impunidad ad eternum? Alguien dirá que el período solo es de cuatro años, pero estos pueden bastar para que terminen de fortificar su ciudadela y luego será irrelevante quién llegue a ese puesto. Y usted, ¿contemplará la destrucción que se avecina sin mover siquiera un dedo?
Publicado el 21 de enero de 2015 en www.prensalibre.com http://www.prensalibre.com/opinion/Larga-vida-impune_0_1289271339.html
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